06 2005
Así como tú me quieres Yo no quiero ser de ti
Presentación
Sólo puedo presentarme a ustedes como una impostora.
Una impostora dentro de cualquier y de toda institucionalidad, una impostora que cobra sentido, valor y fuerza afuera , afuera de la institución, afuera del sistema .
Afuera
y no adentro.
No
adentro de la galería,
no
adentro de la institución,
no
adentro de la aceptación,
no
adentro de la legitimación,
no
adentro del sistema.
Porque el sistema no lo es todo, no es toda la realidad, ni siquiera es una parte significativa de la realidad que nos rodea, envuelve y desenvuelve.
Afuera es donde encuentro y cobro sentido.
Y aunque parezca una fantasía de adolescente me atrevo de decir que: afuera del sistema no está el vacío, vacío con el que te amenazan y te hacen asustar, afuera del sistema no está la nada, nos amenazan con expulsarnos de todas las listas hacia un vacío donde nada de lo que hagamos, sintamos o soñemos ni cuente, ni tenga valor alguno. Es justo esa amenaza la que desafiamos colocándonos afuera y no adentro. Porque si no es así;
¿dónde entonces podemos ubicar todo aquello que está afuera del sistema de privilegios?,
¿Acaso el sistema ya se lo ha tragado todo?
Acaso no hay nada que se ubique afuera del sistema de administración de violencias y reputaciones.
Claro que sí lo hay, apostamos por ello y de ello vivimos. Lo buscamos en todo aquello que desde el centro de sus intereses el sistema califica como ineficiente, no productivo, demencial, desagradable, no confortable, feo, cutre y peligroso.
Calificaciones que adoptamos como propias, miedos y deseos que adoptamos como propios y nos son lentamente impuestos e inyectados por todos nuestros sentidos sin pausa ni oportunidad de reflexión o distancia. Narcotizados y narcotizadas por esos miedos vivimos, conducidos y conducidas por esos miedos calificaciones y manipulaciones vivimos.
Por eso hemos decidido instalarnos, ubicarnos y encontrarnos afuera y no adentro.
¿Dónde esta ese afuera?
El afuera no está al margen de, ni es la marginalidad de la sociedad, tampoco es la marginalidad de la historia.
Lo que se ubica afuera del sistema, es todo aquello que el sistema mismo aún no ha podido engullir ni tragar.
No soy intermediaria de nadie, porque ni siquiera puedo intermediar las voces de mis hermanas de Mujeres Creando, voces complejas y directas que no admiten intermediación ninguna y que no desean tampoco intermediación ninguna.
Hablamos en primera persona no somos intérpretes de los movimientos, no somos portavoces de las prácticas de una otra, no hablamos a nombre de esa otra, esa otra soy yo misma cuando digo lo que pienso y lo que siento en un escenario que jamás es prestado.
No digo lo que la india piensa
No digo lo que piensa la puta
No digo lo que piensa la lesbiana
Cada una construye su lenguaje y habla por si misma.
Voces directas, voces expresivas, palabras cargadas de vida y vida cargada de palabras propias no prestadas.
Nosotras estamos afuera del sistema, instaladas al centro de las sensibilidades de la sociedad, centro desde el cual nos hacemos sentir al punto que hemos construido no un castillo de naipes ni un espejismo de revolución sino un referente de transgresión y rebeldía para putas, para locas, para indias, para niñas, para jóvenes, para viejas que renieguen de sus cansancios, para lesbianas para unas y otras rebeldes con quienes construimos complicidades ininterrumpidas.
Ofrecemos como tesoro escondido y descubierto por nosotras las alianzas insólitas y prohibidas que hemos construido
Ofrecemos como originalidad inédita las alianzas insólitas que hemos podido construir le pese a quien le pese y desbaratando todos los guiones para abrazarnos y comprometernos una con la otra.
Ofrecemos como propuesta revolucionaria las alianzas insólitas que hemos podido construir desbaratando con ellas todos los guiones atribuidos a nuestras identidades fosilizadas y cosificadas, identidades convertidas en muros separadores de amores y de pieles.
Estrategias sin patente
Estrategias ajenas al mundo del arte son las que tenemos,
Estrategias analfabetas y ninguneadas son las que tenemos,
Estrategias evidentes y alegales son las que tenemos,
Estrategias nuestras y de cientos de miles más
Nuestras estrategias son hijas que aprendieron sus habilidades de otras, somos en ese sentido recreadoras de estrategias.
Las estrategias en las que nos inspiramos vienen y provienen sin fin de la calle, del mundo del afuera.
Vienen de las habilidades de sobrevivencia de las mujeres en sus confortables toldos de venta instaladas al centro mismo de la sociedad, como una gran barricada cotidianamente levantada a pesar del sol y del frío, que impide el paso de la globalización.
Mujeres falsificadoras profesionales de Reebock, Nike, Benetton, Sony o Microsoft. Ellas las forjadoras de un mercado negro donde se exhibe un sabotaje artesanal que es un desfile internacional de marcas sin patentes.
Estrategias que están vivas en Mercados que se convierten en una mezcla de apropiación, ilusión y resistencia que ni los Gigantes del mundo pueden controlar, ni la policía puede amedrentar, ni el Fondo monetario Internacional cuantificar. Mercado desobediente y falsificador de todo desde computadoras hasta zapatos, mercado que es estrategia de sobrevivencia y carcajada ilegal.
Nos inspiran las habilidades de hombres y mujeres que con astucia engañan las legalidades de fronteras y Estados del Norte. Gentes que sabiéndose prohibidas desarrollan estrategias que conjuran su miedo, su pobreza, su color de piel.
Nos inspiran esas y otras estrategias que son ajenas al "arte" entre comillas, ajenas al acto heroico, Estrategias invisibles e invisibilizadas, estrategias ninguneadas y analfabetas; pero evidentes, irreverentes y persistentes para el vivir y el pervivir de sociedades como la boliviana o cualquier otra sacada del mapa de lo significativo, desarrollado y civilizado.
Estrategia que es ruptura de control y cómplice de la sobrevivencia de miles que en la economía no hallan ni un puesto de trabajo, ni un lugar en las cifras de educación, salud o vivienda.
Son sus estrategias las que nos inspiran, nos alertan y nos ubican.
Estas estrategias ajenas al mundo del arte y a cualquier forma de reconocimiento social tienen en común la capacidad alucinante de generar cadenas largas de información, de solidaridad, de resistencia, son ocupaciones sin cartel de espacios públicos, de espacios simbólicos y de espacios económicos. Estas estrategias tiene en común la desobediencia, por eso son ajenas al mundo del arte que es el mundo de lo permisivo. Ellas, las estrategias están siendo parte de la vida de la sociedad y no son una artificialidad ni un simulacro, son una convicción que convierte una cosa en otra. Son por eso estrategias de sobrevivencia revitalizantes de nuestras sociedades, nosotras somos sus aprendices y sus recreadoras porque antes que nosotras fueron las vendedoras en hacer de la calle una casa sin marido y un trabajo sin patrones.
Antes que nosotras fueron las falsificadoras de marcas,fueron ellas en convertir y reconvertir la marca, adulterando todos los valores que con ella vienen. En esa dinámica es que nosotras aprendimos que la calle es el patio común, el sitio vital de nuestra sociedad, el escenario político propio, el lugar comunicante.
No nos come la televisión
La televisión es una calle que atraviesa el espacio privado.
La televisión es un espacio público. y por eso nos metemos en la televisión con la misma lógica y lenguaje con el que ocupamos la calle.
Entramos dentro de la rutina de la televisión, pero entramos para romper esa rutina, para irrumpir con primeros planos ofensivos de la doble moral, agresivos contra el orden establecido sobre lo privado o lo público, entramos en la televisión para romper con imágenes la rutina estética de mujeres y hombres televisivos con mujeres y hombres no televisivos, es ahí donde radica el valor político, cultural y estético de esta ocupación. Es en la capacidad de romper con imágenes las lógicas de lo bello y de lo feo, de lo decente y de lo indecente que circulan por la televisión donde radica su valor y su belleza plena de ironía y de irreverencia.
El ritmo por el que optamos es el ritmo alterado de corazones que se detienen en un punto como si la cámara fuese una vagabunda enloquecida que busca el sentido donde todos los demás lo han perdido, ese es el ritmo de edición elegido. El ritmo de una mujer distraída en medio de una plaza, el ritmo de una mujer distraída en medio de una marcha, el ritmo de una mujer distraída con las pequeñeces del camino, el ritmo de una niña que juega en la calzada a ser bailarina. Es un ritmo riesgoso porque puedo perderte en el camino, porque entra en competencia inevitable con el ritmo pulido con el que la televisión nos hizo tragar la guerra del Golfo, y al mismo tiempo incontables vanalidades de todas las calañas, ritmo ese incrustado ya en nuestro inconsciente. Nosotras optamos una vez más por apostar a perdedor y por lo tanto con ritmo callejero y propio pretendemos aun la oportunidad de cautivar tu curiosidad en la pantalla.
Mujeres Creando entró en la televisión rompiendo la pantalla literalmente. Nosotras sabemos que romper es algo más que romper, romper es al mismo tiempo abrir y construir , dejar pasar la luz, desnudar y develar , porque sino es mera destrucción, es mero vacío, es vacío cercano al escepticismo y corre el riesgo de quedarse en gesto de repudio.
Desde ese óptica, rompemos una imagen abriendo otra al mismo tiempo.
Recuperamos la imagen cautiva de nuestros cuerpos y esa es una tarea política e impostergable que como todas esas tareas amadas sabemos que nunca acaba de completarse. Y en ese sentido usar la televisión es usar el espacio público.Por eso prescindimos "del permiso político" para hacerlo, lo hacemos simplemente y así conectamos con las cocinas y los dormitorios, las casuchas y los encierros incontables en los que se desenvuelve la vida cotidiana. Ocupamos la televisión lo mismo que la calle porque ambas son binarios paralelos que constituyen dos calles: una que atraviesa el espacio privado, la otra aquella que constituye el escenario de encuentro más vital de cualquier sociedad.
La creatividad es un instrumento de cambio social y el cambio social es un hecho creativo
¿Es la identidad un refugio, una barricada de resistencia?
En este sistema, tu sexo, tu color de piel, tu edad, tu clase social, tu cultura de origen, tu sexualidad puede ser comprado o vendido. Tu nariz, tu boca, la forma de tu cara, tu peso, la medida de tus calzones y tus sostenes, tu placer, tus habilidades, tus sufrimientos todo, todo puede ser objeto de empaque, venta y consumo. El sistema se encarga de ello, el sistema vive de mercantilizarlo todo. Pero hay algo de especial interés para el patriarcado globalizador y estos son aquellos espacios de afecto, de identidad y de creatividad, espacios desde donde construimos nuestras expresiones simbólicas, nuestras identidades políticas, nuestra conciencia social, espacios que pueden ser peligrosos a sus intereses. Es que el modelo estético, cultural y económico del sistema estemos donde estemos y vayamos donde vayamos es el
Supermercado[1].
El Supermercado es ese lugar y al mismo tiempo ese mecanismo que convierte la diferencia en variedad.
Es ese lugar y ese mecanismo que convierte, la libertad de elegir y de decidir en posibilidad de consumir.
Modelo estético donde gracias a la "bien" lograda variedad, las identidades sociales y existenciales se convierten en cosas, en apariencias sin sentido propio.
El Supermercado es el lugar de la variedad sin límites,
Es el lugar de la variedad clasificada, ordenada y empaquetada.
Es el lugar de la limpieza y desinfección constantes.
Es el lugar de las medidas de seguridad.
Es el lugar de las luces y los vistosos colores.
El modelo estético, económico y cultural del sistema es el Supermercado. Modelo que funciona bajo mecanismos impersonales donde ni las responsabilidades, ni las voluntades, ni las intermediaciones son evidentes, tampoco entran en discusión o interlocusión, simplemente sucede o funciona y hasta parece lo más óptimo.
Dentro del Supermercado se nos plantea una relación confusa y ambigua; hay campo para todo y para todas y todos, la capacidad de sumar variedad y empaquetarla no tiene límites, ni éticos, ni políticos, ni estéticos, incluidas están por supuesto también las excentricidades.
La capacidad de engullir variedad y atrapar las identidades culturales y sociales y los procesos históricos contestatarios en la lógica del sistema es parte de una rutina de consumo, rutina de consumo que tampoco tiene límites éticos, políticos o estéticos.
Sumar variedad para representar y erigir dominación,
Sumar variedad para construir el espejismo de abarcarlo, contenerlo y ocuparlo todo, pero todo, todo.
Totalidad prepotente que pretende anular la posibilidad de crear, sentir, vivir y actuar fuera de la lógica del sistema, desde afuera del modelo de supermercado.
Totalización prepotente donde sólo nos quede buscar e inclusive desear un sitio en la estantería, sin pensar siquiera en arriesgarnos a mirar afuera de esa lógica.
Porque nos repiten de todas las maneras y nosotras aprendemos a suponer:
Que fuera del sistema estuviera el abismo,
que sus fronteras fueron una cuerda floja.
que fuera de sus definiciones estuviera la demencia y el absurdo, que fuera de él estuviera la soledad,
El anonimato y la invisibilidad.
Que fuera del sistema estuviera un lugar peligroso, estuviera ese lugar desde donde hablaras sin ser escuchada,
gritaras y lloraras en vano,
ese lugar sin piso y sin techo,
Entonces pareciera que es mejor tragarse el guión y buscar y además desear un sitio en la estantería del Supermercado.
Estanterías
de soledades una al lado de la otra,
en
filas,
clasificadas,
ordenadas,
numeradas.
Cada
producto ajeno a sí mismo.
Uno
al lado del otro.
Uno
sobre el otro.
Uno
debajo del otro.
Uno
sin mezclarse con el otro.
Uno
en vez del otro.
Eso es la colonización y mercantilización de identidades que es un mecanismo sutil y efectivo.
Identidades colonizadas que lentamente, imperceptiblemente y poco a poco con más o menos intensidad se van convirtiendo en apariencia, para dejar de ser identidad y de esta apariencia pasan al basurero de los estereotipos culturales y sociales ya completamente devitalizadas, engullidas y desmenuzadas en el fin de su ciclo de decadencia y caducidad siendo desechadas por el proceso de legitimación y consumo que han sufrido.
Incomodar
La apariencia sustituye y se superpone a la identidad cuando la identidad pierde su contenido, la apariencia sustituye y se superpone a la identidad cuando la identidad renuncia a su palabra directa, la apariencia sustituye y se superpone a la identidad cuando la identidad deja de incomodar y conflictuar la lógica del sistema. La apariencia sustituye y se superpone a la identidad cuando la identidad deja de ser sí misma para pasar a ser parte inocua, incorporada y decorativa del sistema.
Una identidad deja de ser identidad y se convierte en apariencia cuando ha sido legitimada y neutralizada, cuando ha perdido su capacidad de interpelar y subvertir y adopta una postura complaciente, cuando ya mutilada su estética y sus lenguajes pasan a formar parte del sistema:
Indias e indios para testimoniar y ser folklore,
lesbianas y maricones para hablar de sexo, prevención del SIDA y matrimonio,
mujeres para pedir cuotas dentro el sistema,
tercermundistas hablando de desarrollo y cooperación internacional.
Aparece la diferencia pero vanalizada,
aparece la diferencia pero al centro de un tráfico que la anula sirviéndose de ella.
Nosotras rompemos con la rutina de consumo y colonización de nuestras identidades, por eso para nosotras la creatividad no es una búsqueda obsesiva de lo novedoso, la creatividad en nuestras manos y en nuestra vida es una estrategia de lucha.
La creatividad no es búsqueda de forma o de contenido, la creatividad es para nosotras la piel con la que tocamos y exploramos a nuestra sociedad buscando e intuyendo sus zonas erógenas, sus zonas sensibles.
Es esta mirada desde la creatividad la que hace que cobren un nuevo sentido los espacios, la calle, el cuerpo y la memoria colectiva porque hemos aprendido a provocar, acariciar, consolar y despertar cada una de estas zonas.
Nuestra estrategia de lucha es la creatividad y nuestro espacio de trabajo las zonas sensibles del cuerpo de nuestra sociedad.
Así vamos nosotras intuitivamente desordenando las jerarquías sociales y las relaciones espaciales del adentro y del afuera, del arriba y del abajo, del norte y del sur.
Alianzas insolitas y probibidas
No nos basta enunciar, ni vocear nuestras diferencias:
Soy mujer,
Soy lesbiana,
Soy
india,
Soy
madre,
Soy puta,
Soy vieja,
Soy
joven,
Soy
discapacitada,
Soy
blanca,
Soy
morena,
Soy
pobre.
No enunciamos nuestras diferencias, porque no nos detenemos ante su espejo, espejo que no termina de contentarnos o de expresarnos, no nos limitamos a enunciar nuestras diferencias porque vivirlas y descubrirlas es sólo el principio.
Para construir identidades y heterogeneidades subversivas necesito complementar, conflictuar, confundir mis diferencias, mis historias, mis dolores y mis talentos con "la otra" diferente a mi.
Complementación que hace de mi diferencia un peligro para el sistema porque en lugar de integrarse a él lo amenaza uniéndome a quien según el sistema no debería unirme.
Vivida así la diferencia y la identidad, vivida así como un fragmento.
Vivida como un fragmento perennemente incompleto, me permite ir más allá del guión que el sistema me asigna, me permite ir más allá del guión de víctima, más allá del guión egocéntrico para convertirme en una amenaza sea quien sea y esté donde esté. Porque esta manera de vivir mi identidad me empuja a construir alianzas y solidaridades, me empuja a construir voces complejas, me empuja a construir complejidades indigestas para el sistema y desafiantes de todos los cubículos ordenadores.
Me permite construir un desorden social a partir del contenido de lo que yo quiero ser. Eso es lo que juntas hemos tejido y querido ser, es la provocación desde donde actuamos, es una provocación desafiante que constituye una nueva identidad que nunca termina de construirse. Una nueva identidad que no se agota en un discurso, que es insólita porque sale de lo legitimo y creativa porque desordena las jerarquías sociales.
Coreografia imprevista
Es una coreografía que desmantela el juego de poder que nos silenciaba, olvidamos coreográficamente quien se supone que está arriba y quien se supone que está abajo, para colocarnos en una relación de impugnación y subversión de todas las formas de opresión y dominación, nos ponemos una al lado de la otra, una a espaldas de la otra, una delante de la otra, según las necesidades de las luchas.
Coreografía que altera las filas y los turnos de lo aceptable, coreografía circular de todas al mismo tiempo, de todas o ninguna.
Para esta coreografía que instalamos los puntos cardinales han perdido sus referentes el norte mira al sur y la subversión es el centro de las relaciones sociales.
Nosotras colocamos la iniciativa,
Nosotras definimos e intuimos el grado de provocación,
Nosotras escogemos nuestras palabras,
Nosotras elegimos los temas,
Nosotras elegimos los escenarios y las horas según nuestro calendario de amor y nuestro calendario de lucha.
Entretanto nosotras hacemos eso, psiquiatras, jueces, doctores, funcionarios, intermediarios y tecnócratas recortan y manipulan y construyen una realidad a su medida pero imprevisiblemente y más allá de sus cálculos la iniciativa permanece a nuestro lado y en nuestro terreno. La iniciativa es uno de nuestros pocos tesoros, nos exige horizontes y sueños propios y no prestados, nos exige acrobacias y flexibilidades insospechadas para bailar cada día una coreografía nueva, distinta, imprevista e indigesta.
--
[1] El supermercado
entendido como la metáfora del mecanismo de dominación
del sistema, el supermercado que no es el mercado como
patio común al que nos referíamos antes.