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10 2010

«¿Cruces gamadas? ¡Ornamentos!» como continuidad de la remoción de las condiciones histórico-políticas de una institución pública artística y educativa

Eduard Freudmann

Traducción de Raúl Sánchez Cedillo

El presente texto se basa en el trabajo de la plataforma «Política de la historia», una iniciativa de estudiantes, activistas y docentes estrechamente vinculados a la Academia de Bellas artes de Viena y a la que pertenece también el autor del mismo[1]. La plataforma «Política de la historia» comenzó en 2009 como un proyecto autoorganizado y se define –al igual que otros grupos de trabajo surgidos en el marco de la ocupación de la Academia en 2009/2010[2]– como un colectivo abierto, que por consiguiente se esfuerza en dotarse de estructuras organizativas antijerárquicas y de mecanismos de toma de decisiones basados en la deliberación colectiva. En los debates histórico-políticos como los que han sido animados por el grupo subyace la idea de que la construcción de la historia y su interpretación política son inmanentes tanto a la Historia en tanto que disciplina académica como a la producción de historia en tanto que práctica social. La memoria nunca puede cerrarse, antes bien, consideramos la memoria como un proceso activo en el que tenemos por objeto la producción y transmisión de saberes resistentes que permitan la intervención en las imágenes de la historia hegemónicas. En este sentido, con nuestro trabajo nos proponemos suscitar un proceso continuo en el que se reflexione críticamente y se trate públicamente la participación de la Academia de Bellas artes de Viena en el colonialismo, el (austro)fascismo y el nazismo. Sin embargo, nuestras actividades van una y otra vez más allá de los límites inmediatos de la institución, toda vez que se pone de manifiesto que la consideración de sus implicaciones exige tener en cuenta sus extensas ramificaciones –por ejemplo, en los campos de la política, el arte, la cultura, la pedagogía, la ciencia y la investigación–, es decir, aquellos contextos sociales de los que forma parte la Academia en tanto que institución pública artística y educativa.

***

Vino de honor rodeado de cruces gamadas

Me acuerdo del día que entré por primera vez en el auditorio de la Academia de Bellas artes de Viena, era 1999, unos días después del comienzo de mis estudios de Bellas artes. Aquel día –probablemente había ido a parar allí con motivo de la inauguración de una exposición– estaba en el centro de la sala y me quedé estupefacto. Pero no a causa de la suntuosidad imperial y de la ostentación patriarcal allí presentes en abundancia, sino porque pude ver cómo los miembros de la Academia –docentes, estudiantes y personal administrativo– se ponían al corriente de las novedades con sus vasos de vino en la mano, celebrando el reencuentro tras la pausa veraniega en medio de las cruces gamadas que, en forma de ornamentos, flanquean el auditorio. 


Recorrido histórico-político[3]

Primera parada: Placa conmemorativa
Semperdepot. Complejo de estudios de la Academia. En la fachada exterior se han conservado unos impactos de bala alrededor de una ventana de la planta baja. Encima se ha colocado una placa de plexiglas en la que puede leerse la inscripción: HERIDAS DE LA MEMORIA.

Esa placa conmemorativa es la única manifestación espacial con la que en las últimas décadas la Academia ha reaccionado a su propia historia. Fue colocada durante la reforma del antiguo almacén de bastidores del teatro y de la ópera para convertirlo en complejo de estudios. Lo que llama la atención por encima de todo al contemplarla es su carácter nebuloso. Así, no se entiende quién  nos habla, esto es, quién señala los agujeros de bala y los caracteriza como «heridas de la memoria». Tampoco queda claro el significado de la afirmación: ¿son los agujeros de bala los que dejan el recuerdo –y de ser así, de qué? ¿O es el recuerdo de los agujeros de bala lo que deja heridas –y de ser así, las heridas dónde?

Los agujeros en la fachada son consecuencia de los disparos del Ejército rojo durante la llamada «Batalla de Viena» en abril de 1945 –con casi total seguridad se puede partir de esa premisa[4]. Si consideramos el sitio conmemorativo a la luz de esta circunstancia, se pone de manifiesto que el uso de la expresión «heridas» para caracterizar este testimonio de la liberación de Viena del nazismo supone una autovictimización en un doble sentido: desde la perspectiva nazi, las heridas han de entenderse, conforme al delirio de la «higiene racial», como heridas infligidas por «el bolchevique» en «el cuerpo popular, sano y libre de parásitos»; desde la perspectiva post-nazi, las heridas han de entenderse, conforme a la mitologización de las víctimas, como aquellas que produjeron «los invasores rusos» sobre «el cuerpo mancillado» de la «doliente población civil vienesa» en el «infierno de los últimos días de la guerra». En cualquier caso, queda claro qué es lo que no se recuerda: no se recuerda la privación de derechos, la expropiación, la persecución, la deportación y el exterminio, ni la guerra de conquista y su política de tierra quemada, ni tampoco la participación del arte y de sus instituciones.


Las sopas de la postguerra

En ocasiones especiales, como por ejemplo aniversarios, la Academia suele editar libros sobre su historia. Wolfgang Wagner, autor de una extensa crónica de los 275 años de existencia de la institución, escribe en 1967: «Poco más de dos décadas después del final de la Segunda guerra mundial […] los gravísimos daños de la guerra y del periodo nacionalsocialista han sido completamente erradicados […] –sin duda una formidable demostración del vigor ininterrumpido de esta venerable institución»[5]. Mientras que con la alusión al ala del edificio de la Academia reconstruido tras los daños provocados por los bombardeos no hace sino recalentar la típica sopa de la postguerra, con sus ingredientes de mitologización de las víctimas y de pathos de la reconstrucción, el autor nos presenta un verdadero acertijo cuando escribe acerca de los «graves daños […] del periodo nacionalsocialista» que habrían de considerarse «completamente erradicados». Por el contrario, su evocación del honor, la dignidad y el vigor ininterrumpido ha de interpretarse como un puro sarcasmo, sobre todo si tenemos en cuenta que toda su exhaustiva crónica de 492 páginas mantiene un férreo silencio sobre cualquier implicación de la Academia o de sus miembros en los crímenes nazis. Por lo demás, Wagner no constituye excepción alguna a este respecto, sino más bien la regla –como tampoco son dignas de mención alguna las implicaciones de la institución en las correspondientes publicaciones posteriores[6]


Segunda parada: Relieve de los emperadores
Auditorio de la Academia. En un lugar central, frente al ingreso, se ha colocado un relieve que representa a dos antiguos soberanos austríacos. Justo al lado figuran las dedicatorias correspondientes: «Emperador Leopoldo I», fundador de la Academia» y «Francisco José I, constructor de esta Casa».

De este modo, con motivo de los 200 años de existencia de la Academia ese espacio fue dedicado a dos personas a las cuales la Academia se sentía unida[7]. El segundo desencadenó con el ataque a Serbia una guerra mundial. El primero reunió en su política dos elementos que fueron fundamentales para los procesos coloniales, fascistas y nazis de este país: el expansionismo y el antijudaísmo. Leopoldo asumió la conducción de la llamada Gran Guerra turca (1683-1699), cuyas consecuencias fueron la expulsión de las y los otomanos de Europa central y el ascenso de Austria como gran potencia. Todas las políticas de expansión posteriores tienen que ser consideradas en continuidad con esta campaña de conquista hacia el Este; y esto incluye la guerra bajo los Habsburgo, por ejemplo la Primera guerra mundial, así como la campaña de exterminio de la Segunda guerra mundial o la política de expansión económica de los últimos 20 años, el neocolonialismo austríaco en el Este y el Sur de Europa. Sin embargo, Leopoldo I no sólo decretó la expulsión de las y los otomanos de Europa central, sino también la de las y los judíos de Viena. Hasta 1670 hubo una comunidad judía relativamente grande y próspera  que vivía en el área de la actual Leopoldstadt, en el distrito 2 de Viena. –¿La ciudad de Leopoldo?– Los agradecidos especuladores insistieron en llamar así a la zona en honor del emperador que había expulsado a las y los judíos para ellos y ellas –ciertamente no sin antes haber llevado a cabo extensos progromos contra ellos.


«Are there any aryanized objects in this academy?»[8]

En el viejo salón de sesiones de la Academia hay una mesa de estilo antiguo alemán con sus correspondientes butacas. Tras el aumento de participantes en las sesiones del consejo con motivo de un cambio legislativo éste tuvo que trasladarse a una sala más grande y se compró una mesa más grande. La mesa se despachó a la antecámara de dos despachos, donde aún sigue a día de hoy. En la institución se cuenta bajo cuerda que la mesa es «arianizada, es decir, que fue robada en el transcurso de las expropiaciones sistemáticas de las y los judíos y de aquellos que los nazis consideraban tales. Con arreglo a los conocimientos disponibles al respecto, no se puede determinar si el rumor corresponde o no a la verdad, pues aunque la Academia está al corriente del mismo, hasta ahora no ha dispuesto que se lleven a cabo las averiguaciones pertinentes. El mantenimiento de este estado de «no estar en condiciones de emitir un juicio» es digno de mención en la medida en que es sintomático de las relaciones que mantiene la institución con la parte de sus posesiones que podría encontrarse entre los bienes robados. Hasta el momento no ha habido una investigación sistemática de la procedencia de su mobiliario y del inventario de sus colecciones, tal y como sí se ha producido en el caso de las Colecciones federales austríacas [Bundessammlungen], pero también en instituciones similares como, por ejemplo, la Universidad de Artes aplicadas[9]


Tercera parada: Monumento al soldado caído
Una escultura de bronce en la esquina derecha del Auditorio. Representa a un muchacho desnudo en estilo neoclásico; el pedestal lleva la inscripción «1914-1918».

Estamos ante el «Monumento al académico caído», del año 1925. Su autor, Josef Müllner, estuvo profundamente vinculado a la Academia durante más de medio siglo. Tras haber estudiado en la institución, fue nombrado profesor aún en tiempos de la monarquía y siguió ejerciendo su actividad durante la Primera república, durante el austrofascismo y el nazismo hasta su jubilación en la Segunda república de 1948. Müllner mantuvo desde su creación estrechas relaciones con las asociaciones nacional-alemanas, creó el prototipo del propagandista de guerra del «Soldado de hierro», la mítica-racista [völkisch] Siegfriedskopf de la Universidad de Viena, un monumento al alcalde antisemita de Viena Karl Lueger, así como como un busto de Adolf Hitler, que ocupaba un lugar central en nuestro Auditorio de la Academia. Tras la derrota del nacionalsocialismo Müllner fue completamente rehabilitado: el dictamen correspondiente de la comisión de desnazificación certificaba que no había «realizado ninguna propaganda nazi», sino que más bien «se había pronunciado frecuentemente en duros términos contra el régimen nazi [¡sic!]»[10]. Mientras la figura sostiene laureles en su mano derecha como signo de la victoria en la derrota, la izquierda lleva su mano a la frente en un gesto de duelo. De esta suerte, el monumento sustrae tanto la responsabilidad de guerra de Austria como el hecho de que los tan llorados académicos son el producto de la política expansionista de Francisco José I, honrado en este lugar. Da fe, pues, de la autovictimización en la derrota y cumple el cometido, junto a la estetización de los asesinatos y las muertes masivas, de fundar identidad y legitimar aspiraciones de dominio[11].  


Táctica dilatoria vs. Grupo de trabajo estudiantil

En el prólogo del libro publicado en 1990 Im Reich der Kunst Die Wiener Akademie der bildenden Künste und die faschistische Kunstpolitk[12], escriben los editores Michael Lunardi, Peter Josef Populorum y Hans Seiger: «La tentativa inicial, apoyada por todos los grupos de miembros de la academia (estudiantes, profesores contratados, titulares) de llevar a cabo el proyecto fracasó ante las tácticas dilatorias de miembros individuales de la comisión. Finalmente, organizado sólo por un grupo de trabajo estudiantil, se organizó en 1989 un simposio sobre el tema “El arte en el fascismo/nacionalsocialismo y la Academia de Bellas artes”. Como síntesis de la conferencia y cierre del proyecto presentamos hoy esta publicación […] Cabe esperar que los nudos problemáticos ausentes o insuficientemente tratados, pero también que las cuestiones planteadas en las contribuciones sean motivo de nuevas investigaciones y éstas se vean a su vez finalmente estimuladas por los responsables de las instituciones universitarias competentes».


Cuarta parada: Schillerplatz
Parque frente al edificio principal de la Academia en la Schillerplatz

Inmediatamente después de la toma del poder de los nazis en Austria la Academia expulsó de la institución a docentes, estudiantes y personal administrativo judíos o considerados tales por los nazis, a aquellos que estaban casados con personas judías y a aquellos pertenecientes a la oposición política al nazismo[13]. Luego la Academia dispuso el desalojo del parque de las y los judíos y de aquellas personas consideradas tales por los nazis. Con la reivindicación: «La Schillerplatz debe quedar libre de judíos» titulaba la Academia la siguiente carta al ayuntamiento de Viena[14]: «La jefatura interina de la Academia ha podido observar para su gran desconcierto que se ha permitido que la Schillerplatz se convierta en lugar de residencia de los judíos. Justo debajo de nuestro monumento a Schiller, que despierta en todo alemán consciente la veneración de nuestro gran poeta, se agolpan ahora todo el día en los bancos los extranjeros indeseables que tanto nos gustaría ver extirpados del área municipal de nuestra ciudad […] Sólo cabe atribuir a la actitud prudente, tranquila y considerada de nuestros estudiantes que hasta ahora no se hayan producido alteraciones del orden. […] La dirección interina de la Academia se siente obligada a referir estos hechos y solicitar una rectificación». El mes siguiente la administración municipal de la ciudad de Viena informaba de que «el asunto de la estancia de judíos en los jardines de la Schillerplatze […] ha sido resuelto entre tanto por las autoridades competentes»[15]. Hasta el momento la Academia no ha juzgado oportuno manifestar ningún gesto de pesar sobre esta cuestión[16].


Énfasis en la presentación de sí

En el sitio web de la Akademia se dice: «Desde hace más de 300 años la Academia de Bellas artes de Viena es una importante institución educativa para los artistas en Europa»[17]. En un cuadro cronológico hay tres entradas sobre la institución durante el nazismo. Según reza el texto:

«1938: “Limpieza" [Säuberung] del cuerpo docente, nombramiento de una dirección interina;

1941: Escuela de maestría de enseñanza del arte;

1944-1945: Se reanuda la enseñanza en el edificio seriamente dañado de la Schillerplatz en abril de 1945 bajo el rectorado provisional de Herbert Boeckl»[18].

Se emplean cuatro palabras para la expulsión de profesores (las comillas no modifican un ápice la repugnante afirmatividad de la expresión utilizada); cinco palabras para la nazificación de la institución (donde el significado sólo se deduce si se conoce la terminología eufemística); siete palabras para una misión de la institución introducida entonces y en vigor hasta hoy (la alusión –completamente sacada de contexto– a un «logro» recuerda el conocido modelo de argumentación propio del lenguaje de las autopistas o de las políticas de empleo) y 23 palabras para la autovictimización y el pathos de la reconstrucción. Es decir, cero palabras para la expulsión de las y los judíos supuestos y reales, para la expulsión de quienes resistían políticamente, para la expulsión de estudiantes y de personal administrativo. Cero palabras para los cuadros nazis, las esculturas nazis, los edificios nazis; cero palabras para la ideología nazi sus continuidades en la enseñanza. Cero palabras para el papel ideológico del arte y sus instituciones en el nazismo; cero palabras para su contribución a la fundación de la identidad racista alemana, así como a la propaganda de la guerra y del exterminio.


Quinta parada: Busto nazi
En un borde de la Schillerplatz, frente al edificio de la Academia: un busto de bronce del poeta nazi Josef Weinheber.

El busto es obra del antiguo alumno de la Academia Josef Bock. Hasta el momento no habíamos podido conocer cuándo había sido colocado en ese lugar. Después de 1945 fue objeto en reiteradas ocasiones de pintadas con lemas antifascistas; en una ocasión el busto llegó incluso a ser secuestrado por activistas desconocidos. Para facilitar su limpieza en el futuro y evitar los robos, el ayuntamiento de Viena sustituyó en 1975 el zócalo de gres original por el siguiente: está hecho de granito e incrustado en una base de cemento enterrada de un metro y medio cuadrado[19].

El representado, Josef Weinheber, ingresó en 1931 en el NSDAP y desde 1933 ejerció como «Director de la sección estudiantil de literatura» en la «Kampfbund für deutsche Kultur»*. Adolf Hitler le incluyó en 1944 en la llamada «Gottbegnadeten Liste» [Lista de los agraciados por Dios], un índice de 1.041 artistas nacionalsocialistas, exentos del servicio de guerra por la importancia de su creación. Ante la derrota ineluctable Weinheber decidió quitarse la vida el 8 de abril de 1945.

Las actas del 27 de junio de 1945, primera sesión del claustro de profesores tras la liberación del nazismo, primer punto del orden del día: «Oración fúnebre por los miembros honorarios fallecidos, el Prof. Rudolf Bacher y el Dr. honoris causa Josef Weinheber. El rector dedica a ambos difuntos miembros de honor una sentida oración fúnebre […]. Con un silencio de un minuto [¡sic!] se quiso honrar de manera especial la memoria de los finados. A tal objeto los presentes se levantaron de sus asientos»[20].   


¿Tradiciones honorables, conmemoraciones respetables?

«La lista de los miembros de honor de la Academia de Bellas artes de Viena refleja de modo formidable la historia de esta institución», proclamaba la Academia en junio de 2010, después de que el rectorado y el senado decidieran «revivir esa honorable tradición»[21] nombrando miembros de honor a la pintora Maria Lassnig y la escritora Friederike Mayröcker.

Extracto de un escrito de condolencia del rector de la Academia a Hedwig Weinheber del 6 de junio de 1945: «Profundamente afectado recibo la noticia del fallecimiento de su señor esposo […] del sin duda mayor lírico austríaco del presente. […] Con orgullo contamos al apenas fallecido entre nuestros miembros de honor y con nostalgia rememoramos la visita a nuestra institución del gran poeta y muy en particular la lectura de su propia obra en el Círculo de amigos de la Academia y la celebración del 250 aniversario de la Academia en octubre de 1942, en la que su presencia dio un toque de distinción a nuestros miembros honorarios y para cuyo acto de celebración compuso para nosotros un soberbio prólogo[22]. En el edificio de la Academia el nombre del difunto sobrevivirá y su recuerdo será siempre tenido en alta estima»[23]. La promesa fue mantenida: el nombre de Josef Weinheber sigue a día de hoy incluido en la lista de miembros de honor de la Academia.


Sexta parada: resistencia archivada

La desnazificación del personal de la Academia se limitó al despido de un puñado de personas de notoria filiación nazi. Por el contrario, a la gran mayoría de los nazis el dictamen les adjudicó los llamados «cargos menores»[24], al objeto de posibilitar su permanencia en la institución. Hasta qué punto estaban seguros los afectados de su causa es algo que puede adivinarse atendiendo al número impresionante de documentos que pueden encontrarse en el archivo de la Academia –al parecer nadie vio motivo para eliminarlos.

No se sabe si han desaparecido los documentos que dan fe de actos de resistencia antifascista. No obstante, con la ayuda de los materiales disponibles cabe reconstruir un caso: se trata de una intervención firmada en 1938 por los estudiantes Adrian Egger, Josef Grogger, Karl Hauser, Othmar Jaindl, Hermann Leitner, Peter Marchl, Kurt Posner, Ferdinand Ruesch, Franz Staud, Richard Steinhofer y Egon Weth en favor de la readmisión del profesor de escultura Albert Bechtold, expulsado por motivos políticos, que no obtuvo ningún resultado[25]. La readmisión de Bechtold en la Academia tras la liberación del nazismo, que tuvo que solicitar por propia iniciativa, fue rechazada por el claustro de profesores por motivos espurios. «Permítasenos observar a este respecto que a día de hoy la Academia no ha visto necesario expresar ningún gesto de reconocimiento hacia Bechtold», constata Irene Nierhaus 51 años después de la expulsión de Bechtold[26]. Ante lo cual es preciso observar a su vez que, 22 años después de la indicación de Nierhaus, a día de hoy esa situación sigue siendo la misma.


¿Cruces gamadas? ¡Ornamentos!

En aquel momento, estupefacto ante los celebrantes rodeados de cruces gamadas, no me atreví a preguntar por el patrón que figuraba en el suelo. La actitud de los presentes parecía tan natural que temía que toda duda al respecto podría provocar dudas acerca de mi competencia. Unos años más tarde estaba junto a un grupo de profesores en una ocasión parecida y les hablé de aquel episodio. Al final les pregunté si el patrón que estaba en el suelo no les resultaba molesto –«No, ¿por qué?»– Precisamente porque estaba compuesto de cruces gamadas. No se trata de cruces gamadas, sino de dobles grecas, me explicaron, utilizadas en el neoclasicismo como referencia a la antigüedad griega. –Esto podía verlo, pero, a la luz de la usurpación del símbolo llevada a cabo en este país por parte de los movimientos racistas alemanes [völkische] y su influencia nada despreciable sobre la historia de este país, de esta ciudad y de esta institución, no se pueden negar sin más las cruces gamadas presentes en el patrón. Parecían irritados: ese patrón no puede tener nada que ver con cruces gamadas, al fin y al cabo el venerado arquitecto operó en una época en la que todavía no había rastro de nazis en ninguna parte. Luego me miraron con compasión e hicieron constar: quien afirmara lo contrario, desprecia la historia occidental o padece manía persecutoria.


Intervenir en la historiografía, atacar las políticas represivas

El arte nunca se sitúa aparte, nunca es ajeno a las disparidades sociales, sino que está siempre involucrado en las mismas –y otro tanto lo están sus instituciones. La autonomía del arte no es más que un mito que se ve refutado una y otra vez. El modo en que la Academia de Bellas artes se comporta con su propia historia suscita sin embargo la cuestión de hasta qué punto esa conciencia ha sido asumida por la institución. Tras la correspondiente controversia con la política de la historia de la institución, uno se ve inclinado a no sorprenderse ya de nada, ni del no querer reconocer las cruces gamadas ni del intento de patologizar la capacidad de reconocerlas. Sin embargo, a todos cuantos participamos en el arte como aparato ideológico del Estado[27] nos incumbe romper con esa misma perpetuación y normalización de la práctica, tan característica en nuestro país, de la desdramatización, de la remoción y del olvido, y al mismo tiempo considerar, nombrar e impugnar siempre con nuevas modalidades la amalgama de arte y poder. Asimismo, es preciso tener presentes las relaciones tanto temporales como de contenido de los diferentes sistemas de explotación, sin dejar de lado sin embargo sus discontinuidades. El nazismo, por ejemplo, al que se suele particularizar en este país como una «época completamente imprevista»[28], no puede ser considerado, a pesar de la singularidad de sus crímenes, como un fenómeno aislado, lo que significaría entonces negar la coherencia y la continuidad del mismo con el colonialismo[29] y el capitalismo[30]. ¿Qué relaciones de efecto cabe determinar entre la política expansionista habsbúrgica, la identidad de cruzada austrofascista, el «impulso hacia el Este»[31] de los nazis y el neocolonialismo europeo actual? ¿Hasta qué punto están entrelazados el antijudaísmo católico y el antisemitismo genocida, así como el antieslavismo y el antiturquismo históricos con la presente política racista de exclusión? Considerar estos complejos desde una perspectiva anticapitalista, antifascista, antiantisemita y descolonial[32] y al mismo tiempo tener en cuenta las genealogías del expansionismo y de la racificación actuales es el presupuesto para intervenir en la historiografía hegemónica y poder atacar las actuales políticas de opresión; procesos emancipatorios a los que posiblemente el descubrimiento de las atrocidades histórico-políticas puede aportar una pequeña contribución. En este sentido, quisiera terminar con una cita del artista Ivan Jurica: «Habida cuenta de los procesos de aniquilación y de exclusión en todos los planos, habida cuenta de la ausencia de posiciones críticas en la Historia y en la Historia del arte, en la producción de conocimiento y en nuestros estudios, quiero decir –y este dicho es mi obra de arte–: “¡Si me pongo a ello, puedo ver cruces gamadas por todas partes!”»[33]

 



[1] En el grupo han colaborado hasta ahora las siguientes personas: Sheri Avraham, Sarah Binder, Lisa Bolyos, Eduard Freudmann, Christian Gangl, Maria Hütter, Chui Yong Jian, Tatiana Kai-Browne, Christoph Kolar, Niki Kubaczek, Stefan Lenk, Lisa Lnenicka, Verena Melgarejo Weinandt, Katharina Morawek, Maria Muhar, Georg Oberlechner, Miriam Raggam, Christoph Schiele, Barbara Wilding y Arin Zadoorian.

[2] Véase, por ejemplo, Lina Dokuzović y Eduard Freudmann, «Squatting the Crisis – On the current protests in education and perspectives on radical change», in: Creating Worlds, European Institute For Progressive Cultural Policies, http://eipcp.net/projects/creatingworlds/dokuzovic-freudmann/en

[3] Los pasajes sangrados reproducen seis paradas de un recorrido histórico-político por la Academia de Bellas artes, organizada por primera vez en el Día de puertas abiertas de enero de 2010 por la Plataforma «Política de la historia» y que posteriormente ha sido repetido en diferentes ocasiones.

[4] Aunque no es desde luego posible hacer una reconstrucción exacta de las acciones de combate en ese lugar, de acuerdo con el historiador vienés Richard Hufschmied los impactos en la fachada responden positivamente a disparos efectuados con fusiles y metralletas realizados, conforme al escenario más probable, por el Ejército rojo durante la Segunda Guerra mundial.  

[5]Walter Wagner, Die Geschichte der Akademie der bildenden Künste in Wien, edición de la Academia de Bellas artes de Viena, 1967, p. 351

[6]Véanse, Akademie der bildenden Künste in Wien 1872–1972, edición de la Academia de Bellas artes de Viena (redacción de los textos de Albert Massiczek), Viena, 1972; Martin Bilek: Die Akademie der bildenden Künste 1967/68 bis 1991/92. Statistik der Meisterschulen und Institute, edición de la dirección de la Academia con motivo del 300 aniversario, 1992; 300 Jahre Akademie der bildenden Künste in Wien 1692–1992, recopilación del Archivo de la Academia de Bellas artes de Viena (Ferdinand Gutschi); Die Akademie in der Zeitenwende, edición del Archivo de la Academia de Bellas artes de Viena bajo la dirección de  Anja Weinberg, Viena, 2002.

[7] Una intervención temporal de la plataforma «Política de la historia» en esta expresión conmemorativa está documentada en la siguiente dirección: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/intervention-kaiserrelief.php

[8] «¿Hay algún objeto arianizado en esta academia?», título de un cartel de la plataforma «Política de la historia» con motivo del recorrido político-histórico por la Academia de Bellas artes que tuvo lugar en enero de 2010: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/poster-rundgang2010-01.php

[9] «Monumento a la reivindicación de la investigación de la procedencia y restitución», una intervención de la Plataforma «Política de la historia», está documentada aquí: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/intervention-tisch.php.

[10] Archivo de la Academia, 436/1946.

[11] Una intervención de la Plataforma «Politica de la historia» sobre esta expresión de conmemoración política está documentada aquí: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/intervention-kriegerdenkmal.php.

[12]Hans Seiger, Michael Lunardi, Peter Josef Populorum (eds), Im Reich der Kunst – Die Wiener Akademie der bildenden Künste und die faschistische Kunstpolitik [En el imperio del arte La Academia de Bellas artes de Viena y la política artística fascista], Verlag für Gesellschaftskritik, Viena, 1990. En lo sucesivo designado como Im Reich der Kunst.

[13] Hasta el momento la Academia no ha revisado esas expulsiones. De esta suerte, no existe ninguna lista de los expulsados ni se conoce si, junto a las expulsiones por antisemitismo o por motivos políticos hubo otras por otros motivos. Al respecto, véase uno de los carteles de la Plataforma «Política de la historia» con motivo del recorrido histórico-político por la Academia de Bellas artes en enero de 2010: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/poster-rundgang2010-02.php.

[14] Carta del secretario de la Academia, Eduard Josch, en nombre de la dirección interina al teniente de alcalde y director de la oficina cultural Hanns Blaschke, del 10 de diciembre de 1938 (Akademiearchiv 1271/1938). Extraído de Im Reich der Kunst, p. 32.

[15] Carta de respuesta de la administración de la ciudad de Viena del 18 de enero de 1939 (Akademiearchiv 91/1939). Extraído de ibid., p. 32.

[16] Está documentada una intervención al respecto por parte de la Plataforma «Política de la historia» aquí: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/intervention-schillerplatz.php y aquí: http://at.indymedia.org/node/18334

[19] Una intervención de la Plataforma «Política de la historia» está documentada aquí: http://www.plattform-geschichtspolitik.org/html/intervention-nazibueste.php y aquí http://at.indymedia.org/node/18334.

*La «Liga de combate por la cultura alemana», asociación völkische (racista alemana) fundada en 1928 por Alfred Rosenberg y disuelta en 1934 [NdT].

[20]Archivo de la Academia, 350/1945.

[22]Extracto del citado prólogo, el «Saludo a la Academia» de Weinheber: «Esta institución, que siempre guardó lo suyo como sólo la patria lo hace […] ¡Esta casa! Celebrada, porque celebra, sigue siendo el emblema de la verdadera dignidad humana», del catálogo de la «Exposición del aniversario» desde el 25 de octubre de 1942 hasta el 3 de enero de 1943, edición de la Academia de Bellas artes.

[23] Archivo de la Academia, 306/1945. Carta del rector Herbert Boeckl. La anotación escrita «devuelta» indica que la carta no llegó a su destinataria. Al parecer, en lugar de ésta se envío una carta –incluida en el mismo archivo documental– de contenido y forma más moderados.

[24] Los nazis acusados de «cargos menores» se vieron sujetos, conforme a la Ley de nacionalsocialistas de 1947 a una pena de expiación [Sühnepflicht] acotada en el tiempo y que se traducía en un conjunto de consecuencias fiscales, de consecuencias que afectaban a las condiciones de existencia y a la situación profesional, de consecuencias políticas y personales, así como consecuencias que afectaban a la vivienda y al mobiliario. Véase Claudia Kuretsidis-Haider, Das Nationalsozialistengesetz 1947. Weiterentwicklung von Verbotsgesetz und Kriegsverbrechergesetz zum NSG 1947http://www.nachkriegsjustiz.at/service/gesetze/nsg1947.php. Consultado el 11 de octubre de 2010.

[25] Carta al Ministerio de educación, del 25 de marzo de 1938. Archivo de la Academia, 682/1938.

[26] Im Reich der Kunst, cit., p. 89.

[27] Louis Althusser, «Ideología y aparatos ideológicos de Estado» (1970), http://www.elortiba.org/althus.html.

[28] Astrid Messerschmidt, «Postkoloniale Erinnerungsprozesse in einer postnationalsozialistischen Gesellschaft – Vom Umgang mit Rassismus und Antisemitismus», PeripherieZeitschrift für Politik und Ökonomie in der dritten Welt, núms. 109/110, vol. 2008. http://www.zeitschrift-peripherie.de/109-110_Messerschmidt_Er.pdf

[29]Ibid.

[30]Véase, por ejemplo, Max Horkheimer, «Die Juden in Europa», Zeitschrift für Sozialforschung, VIII/1939. http://www.stud.uni-hannover.de/~muab/horkhe39.htm

[31]La expresión remite a un eslogan del discurso nacionalista alemán del siglo XIX y fue utilizado en la historiografía polaca, checoeslovaca y soviética del siglo XX para describir la política expansionista alemana.

[32] Véase Aníbal Quijano, «Coloniality and Modernity/Rationality», Cultural Studies, vol. 21, 2007, Núms. 2/3, pp. 168–178, http://www.scribd.com/doc/30757288/Quijano-Modernity-Rationality

[33] Extraído de la performance «La amplificación lingüística como significado de la imagen», proyecto de diplomatura presentado en junio de 2009 a la Academia de Bellas artes de Viena.