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03 2018

Tecnecologías

Enmedios, Midstreams, Territorios Subsistenciales

Gerald Raunig

Traducción del alemán de Raúl Sánchez Cedillo, revisado por Kike España

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Gerald Raunig Technecologies transversal

 

Félix Guattari escribe en 1992 en Por una refundación de las prácticas sociales: “La mayoría de las instancias de comunicación, de reflexión y de concertación, han quedado disueltas en favor de un individualismo y de una soledad que muchas veces son sinónimo de angustia y de neurosis. En este sentido, preconizo —bajo la tutela de una articulación inédita entre ecología medioambiental, ecología social y ecología mental— la invención de nuevos agenciamientos colectivos de enunciación [...] la inteligencia y la sensibilidad son objeto de una verdadera mutación a causa de las nuevas máquinas informáticas que se insinúan cada vez más en los resortes de la sensibilidad, del gesto y de la inteligencia. Asistimos en la actualidad a una mutación de la subjetividad que tal vez sea más importante aún que la invención de la escritura o de la imprenta”[1].

Una mutación radical de la subjetividad, que acompaña el despliegue de nuevas máquinas informáticas —25 años después de la publicación del último texto de Félix Guattari cabe constatar de nuevo la enormidad de esa mutación tecnopolítica en su multiplicidad monstruosa, entre producción de verdad por el dominio, microfascismos y nuevos modos de subjetivación. Fake news, alternative facts, Lügenpresse, post-objetividad, post-truth— la amalgama de los viejos medios sensacionalistas y de los nuevos “social media” parece confirmar una nueva configuración de técnicas de difamación y odio. Y precisamente en esta funesta situación puede decirse lo siguiente, completamente en la línea de Guattari: cada vez que se lanza un nuevo tecnodispositivo, se concatenan al mismo máquinas afectivas y máquinas revolucionarias, tiene lugar una intensificación de los deseos en todos los planos imaginables e inimaginables. Relaciones amorosas en constelaciones imprevistas; nuevas formas de afección; agenciamientos colectivos de enunciación inéditos; instituciones de una vida no fascista. Tecnecología.

Las tres ecologías de Guattari[2], el medio, el socius y las mentalidades, no están entrelazadas con tecno-dispositivos de tal manera que una cuarta pudiera simplemente agregarse a las tres.

Es, más bien, una concatenación integral de dispositivos técnicos y máquinas deseantes, que no puede reducirse a la cuestión de la utilidad y del uso innovador de los nuevos medios de comunicación y tecnologías: el movimiento alterglobalización utilizó cadenas de SMS para difundir el transcurso de las manifestaciones, y utilizó Internet para organizarse más allá de los medios de comunicación masiva, pero al mismo tiempo en ese uso se ponía de manifiesto un excedente de deseo que no puede explicarse remitiendo solo a la utilidad práctica. La “Revolución verde” iraní consiguió sortear la censura de los medios de comunicación masiva gracias a los smartphones y a YouTube, y también en este caso vemos cómo se combina la fascinación por los nuevos aparatos con máquinas deseantes temporalmente incontrolables. La “primavera árabe” no llegó a ser conocida como una “Facebook Revolution” porque se tratara de un ardid publicitario de la empresa monopolista o sencillamente porque Facebook sea una herramienta poderosa, sino porque en aquel momento funcionó como un disparador de una agregación monstruosa de los deseos. Y Twitter no es necesariamente el vehículo para los mensajes grotescos de personas como Donald Trump, sino también uno de los dispositivos técnicos detrás, debajo y en torno a los movimientos españoles actuales, desde el 15M a los municipalismos[3].


1. ¿Dónde está Midstream? ¿Dónde está la corriente que corre por el medio?

“El medio fluye como un rápido, porque en él las cosas cobran velocidad, una corriente que se desborda en todas direcciones, lo contrario del mainstream, de la mediocridad y de la mediación. El medio no se sitúa sin más en el camino entre un comienzo y un final, en sus vórtices se atascan la linealidad y los mitos del origen”. Uno de nosotros escribió estas líneas, y no son del todo erradas. Sin embargo, crean una ambigüedad que solo aparece cuando se traduce del francés al castellano. El problema de traducirlo como “medio” consiste precisamente en esa tendencia a la asignación de su lugar[4].

El enmedio [el milieu] no es ningún centro, ningún núcleo, ningún punto medio, ni tampoco una media entre dos puntos. Al mismo tiempo, tampoco se encuentra sencillamente en los márgenes, en tanto que contraparte periférica, efímera. El enmedio no se puede amarrar, la cuestión de su localización espacial cae en saco roto. El enmedio es un terreno difuso, surround, rodeo, ecología flotante, corriente, que no se puede fijar en un dominio determinado y delimitado. Y no es en absoluto una repetición de aquella figura central del pensamiento occidental que consiste en la mediación [Vermittlung] como domesticación, como mezcla apaciguadora y armonizadora de lo otro en lo mismo, unificación forzada o encaje independiente en una unidad preestablecida. El enmedio no es ninguna figura mediadora, apaciguadora, sino que es peligroso, una corriente al mismo tiempo impetuosa y vacilante, que desborda los cauces a la par que infiltra el subsuelo; midstream.


2. El territorio subsistencial como enmedio.

Más que poseerlo, somos poseídos por él, y somos poseídos por sus espíritus, sus ritmos, sus bloqueos crueles, su flujo pegadizo. El territorio subsistencial es enmedio, toda vez que genera una ecología del rodeo y de sus cosas, una ecología de las máquinas sociales y una ecología de las mentalidades que lo habitan. El barrio de Lagunillas, por ejemplo: el territorio subsistencial Lagunillas se desplaza con las personas que diariamente patean sus calles —malagueñas que entran y salen de la ciudad, turistas a la caza de Street-Art-Photos, butaneros, propietarios/as de perros/as, flâneurs ambulantes—; con las gaviotas que dibujan sus líneas sobre las mismas calles, cuando no matan palomas en feroces vuelos cruzados; con su arquitectura, en unos casos conservada con cariño y en otros abandonada a la ruina y a la amenaza de demolición; con los solares que aguardan a sus especuladores; con sus plazas discretas en las que la gente queda sin tener que consumir; con la mezcla de máquinas sociales que se reúnen en el Bar Enrique, en la Frutería Toñi o en la Peluquería Mounir, con las performances espontáneas de su intelecto transversal. Y se desplaza también con los espíritus de la laguna sobre la que está construida; espíritus del cementerio árabe sobre la que se levanta, espíritus de la Reconquista, cuyo triunfo da nombre a la calle Victoria; espíritus de las personas desplazadas por la revalorización del suelo y de aquellas que, cuando había yonquis, prefirieron trasladarse a una zona mejor; espíritus del franquismo, más vivo que muerto. Dice Walter Benjamin que hay una cita entre las generaciones pasadas y la nuestra: en las voces a las que aquí y allá prestamos oído hay un eco de otras silenciadas tiempo atrás, nos roza una bocanada del aire en la que aquellas respiraban[5].

Líneas dividuales en el tiempo y en el espacio. El territorio subsistencial es una ecología múltiple. Sub en el sentido de cerca de algo, inmediatamente en torno a algo, a veces oculto, escondido detrás de algo, sub como en subcomandante, como en surround, como en subcomunes; subsistente en el sentido de algo insistente, persistente, que ofrece resistencia; subsistencial en el sentido de lo que deviene, co-forme, condividual, nunca fijado en el ser, nunca confinado en la existencia individual. El territorio es el enmedio [milieu], en el que personas, cosas y socialidades no existen a través de la sangre y el suelo o de la propiedad, la ley y la individualidad, sino que subsisten a través de su subsistencia singular. El territorio es subsistencial porque socava las fortalezas y las estriaciones de todo aparato de Estado, su lógica de propiedad, ley e individualidad; y al mismo tiempo socava todo cierre totalizador en comunidades estables.

El territorio subsistencial es un territorio del cuidado. Aquí subsistencia no alude a la reducción a una economía de la necesidad, que nace de la carencia, sino a una ecología queer-feminista del cuidado. Para el territorio subsistencial, la ecología del cuidado significa que en él se produce y se preserva la socialidad cuidadora. Preservar el territorio subsistencial no significa mantenerlo, conservarlo igual para siempre, sino que significa cuidar de las máquinas sociales, de las máquinas mentales, de las máquinas de cosas y cuidar junto a ellas, insistir en su cuidado, hacerlas persistentes y con ellas devenir persistentes. No se trata sencillamente de que cada cual tenga una y la misma cosa, sino de que, con modalidades diversas y asimétricas todo lo subsistente cuide de su subsistencia singular. Y al mismo tiempo los subsistentes y sus subsistencias son co-formes, conformes, y abren líneas dividuales que atraviesan el enmedio: mesas de mezclas, guitarras y lavadoras, y las mezclas de sus sonidos, ritornelos del rodeo y de la reterritorialización, ritmos de la vida, siesta tranquila, cantos de pájaros, huellas de espíritus, entrecruzamientos singulares, torrentes de gestos, conversaciones intensas en pleno ajetreo, afecciones de todo tipo.

Los tecnócratas de la planificación urbanística y los cazadores de inversiones alargan sus manos codiciosas para hacerse con cada pedazo de esta ecología múltiple, del enmedio intangible de Lagunillas. Quieren ampliar el centro. Quieren arreglar y peatonalizar las calles. Quieren implicar a las residentes. Quieren desarrollar un barrio modélico. Pero el territorio subsistencial no es ningún objeto localizable en los mapas de la planificación urbanística, un activo que pueda conducir a la valorización del suelo y a la subida de los precios. Seudoparticipación; ampliación del área de impacto; los creativos como pioneros colonizadores y como lubricante de la gentrificación. La cuadrícula hace estriaciones en la ciudad; la valorización del suelo alisa sus vetas, pero nunca acceden al territorio subsistencial. Este cuenta desde hace tiempo con sus zonas entreveradas de aceleración y deceleración, de ritmos peatonales y de distintos movimientos motorizados, de encuentro y de cruce casual. Y es monstruoso y peligroso, al mismo tiempo que precario y vulnerable. No es más que un ritornelo fugaz, que en sus repeticiones y en sus modalidades heterogéneas de reterritorialización y desterritorialización traza y diferencia el territorio a cada momento. Es un ritornelo fugaz de los flujos, de la irrupción, de la desterritorialización, pero también trae consigo tierra, la terra del territorio y la tierra concreta, mientras por debajo corre el agua de la antigua laguna, el brote de vuelta de las trombas y por encima el mundo de las aves.


3. Más enmedios.

Ahora bien, ¿cómo escapa el territorio de los localismos, de los cierres debidos a la propiedad, el individualismo y el legalismo? ¿Cómo pueden impedir las máquinas concretas de los enmedios verse separadas de las máquinas abstractas junto a las que surgieron y que están naciendo constantemente? En la malla urbana de la España actual se encuentra una primera respuesta a esta pregunta, en primer lugar remitiendo a los municipalismos en expansión. Barcelona en Comú, Ganemos Madrid, Málaga Ahora y muchas otras no surgen sin más del pragmatismo precisamente en el ámbito urbano, como solución de emergencia para la toma de pequeños aparatos de Estado, miniestados manejables, toda vez que el marco nacional resultaría demasiado grande. Los órdenes de magnitud son importantes, pero lo son sobre todo porque precisamente en el plano de las ciudades cabe la posibilidad de no limitarse sin más a la toma del aparato de Estado, sino que se puede intentar transformarlo, dando pie a procesos instituyentes y constituyentes que ponen en tela de juicio la forma misma de la institución y se ponen a prueba en el proceso[6].

Las máquinas concretas municipalistas intervienen en los aparatos de Estado, tratan de reformarlos, intentan cambiar los modos de subjetivación de quienes trabajan en ellos, mientras se lleva a cabo ese trabajo. Pero para realizar un cometido tan difícil hacen falta también corrientes de deseo, concatenaciones translocales, máquinas abstractas que atraviesen y arrastren a las máquinas municipalistas concretas. Y esto lleva a tematizar las redes que se desarrollan con los municipalismos: la agrupación interurbana de las energías en encuentros como el mac1 en Málaga (julio 2016)[7], el mak2 en Pamplona (enero 2017), el mac3 en A Coruña (octubre 2017) y el mac4 en Madrid (junio 2018), en los que se dan cita cientos de protagonistas del movimiento municipalista para discutir conjuntamente problemas y desafíos de actualidad; pero también las redes translocales nacientes como la idea de la red de ciudades-refugio o las ciudades santuario digital[8].

Sin embargo el concepto de la red, en tanto que conjunción que restablece el vínculo entre puntos que existían con anterioridad, no es suficiente para pensar la relación entre máquinas concretas y máquinas abstractas. En lo que atañe a la complejidad de las evoluciones de los territorios subsistenciales y de sus máquinas abstractas, tal vez sea mejor hablar, con Anne Querrien, de redes de de- y reterritorialización, de corrientes que atraviesan las ciudades así como los barrios. Anne Querrien prefiere “hablar no de la ciudad, sino de una red de ciudades, y por ende de territorios atravesados por calles y otras vías de circulación asociadas a relaciones de fuerza históricamente establecidas y desestructuradas mientras que, por su parte, las ciudades jerarquizadas se asocian  a esas relaciones de fuerza. La ciudad se desterritorializa, se echa a un lado respecto a las corrientes que la atraviesan y que se multiplican a lo largo del tiempo”[9]. Esas corrientes (que no solo permean ciudades enteras, sino también los territorios subsistenciales), forman y deforman el campo de inmanencia abierto del territorio. Toda vez que el territorio subsistencial no es en modo alguno un campo cerrado, siempre igual y en equilibrio, cabe concebir las máquinas abstractas en corriente, dividuales y translocales, así como el territorio subsistencial, como enmedio, como midstream, como medio enjambrado.


4. Tecnecología

Estos enmedios de las máquinas concretas y abstractas, de los territorios subsistenciales y de las corrientes dividuales no pueden pensarse solo como una colectividad clásica en comunicación directa, aunque ahora sean locales y translocales. La ecología del cuidado de los territorios subsistenciales está cada vez más vinculada a nuevos dispositivos mediáticos, a las redes “sociales” en tanto que máquinas abstractas, a tecnecologías. Por ejemplo, en Lagunillas se reutilizaron grupos de WhatsApp para organizar plataformas de oposición a los planes de urbanismo o para la organización de pequeñas acciones, como la ocupación y transformación del pequeño solar Victoria Kent durante un fin de semana antes de las navidades de 2016. El mural pintado en esa ocasión preguntaba: “¿Victoria de quién?”. ¿A qué victoria alude la Calle Victoria? Y sobre todo: ¿de qué Victoria Kent? ¿De quién es la memoria de la republicana socialista Victoria Kent? ¿Quién dio a la administración el derecho de derribar la casa natal de Victoria Kent que un año antes se levantaba sobre el terreno del solar? ¿De quién es el solar ahora? ¿Qué va a ser del lugar en el futuro?

Involucrado en la organización de un ciclo de cine, que consistió en mostrar películas sobre la gentrificación en el solar Victoria Kent durante tres días paralelos al gran festival oficial de cine de la ciudad de Málaga, tuve que viajar exactamente durante estos tres días a Zúrich por reuniones y clases. Pero incluso desde lejos me sentía como una rueda en esta máquina, como si fuera parte de eso que estaba sucediendo en Lagunillas. Una corriente extremadamente intensa de mensajes de Whatsapp acompañó mis días en Zúrich; tres grupos de Whatsapp desbordados con cientos de mensajes sobre organización, detalles técnicos y expresiones políticas. Estaba en el medio torrencial de la construcción de un pequeño mundo nuevo. Experimenté los agitados preparativos, la presión para estar listos a tiempo, las ideas siempre nuevas para encuadrar la proyección de las películas, la búsqueda de equipos técnicos, la alfombra roja y los muchos pequeños detalles sobre la performance. Y descubrí el abrupto final del acontecimiento por la policía, el colapso de la máquina social en el segundo día. ¿Victoria de quién?

La respuesta clásica a la cuestión acerca de la función de los medios de comunicación para la micropolítica y el movimiento social consistía en utilizar los medios como intervención mediadora [Vermittlung] para la difusión de la información, como línea directa de los pocos, que generan el mensaje, a los muchos que han de recibir ese mensaje. Pero el medio de comunicación es a su vez un enmedio, no un medio secundario de la intervención mediadora. No solo sirve para la mediación de un contenido, e incluso la idea de un medio de comunicación viral sigue debiendo demasiado a la idea lineal de un contenido que ha de ser difundido. Los enmedios no tienen que ver con microsocialidades amplificadas y convertidas en algo macro por la lente de las redes sociales. Las máquinas abstractas no están hechas de pequeñas máquinas concretas, sino que nacen a la par que estas.

Los modos de subjetivación en los “viejos” medios de comunicación masiva estaban hechos de tal suerte que ponían en escena un pequeño número de productores en tanto que intelectuales públicos, que solían estar identificados en términos masculinistas y narcisistas con su tribuna pública y que terminaban convirtiéndose en intelectuales mediáticos de masas funcionales a los medios de comunicación. Sartre y Habermas en los suplementos culturales; Sloterdijk en las tertulias televisivas; los “nuevos filósofos” en todos los medios de comunicación que su narcisismo pueda acaparar. Los modos de subjetivación en y con los nuevos medios de comunicación funcionan de una manera fundamentalmente distinta, dispersa, múltiple. Lo que ha cambiado desde el último texto de Guattari, entre la invención de Internet y los desarrollos de las redes sociales, atañe, por un lado, al despliegue de una estructura fundamentalmente distribuida que está en manos de unos pocos. Sin embargo, la Internet no ha sido capturada por un par de monopolios, como nos quieren hacer creer muchos comentaristas. Facebook y compañía han influido sobre todo en los nuevos modos de subjetivación que encontramos en las “redes sociales”. No sujeto, y por ende no enunciado, sino subjetivación y modalidades de enunciación. No se trata del enunciado verdadero frente al enunciado falso, y por lo tanto tampoco se trata de cuán digno de confianza es el sujeto del enunciado, donde tendríamos la pauta de Merkel, que hace declaraciones serias, que resisten la prueba de los hechos, frente a Trump, que miente como un bellaco. Los modos de subjetivación y la enunciación ocupan el lugar del enunciado y el sujeto. Cada vez más en forma de rabia, miedo, odio y escarnio.

Pero precisamente aquí, en plena subjetivación mediática, surgen también nuevas formas de afección, nuevos modos de enunciación. No deja de ser posible que los medios maquínicos de comunicación social al uso se tornen en un desamblaje [Ungefügigkeit][10] maquínico, afirmando, en vez de la amalgama de ultraindividualización en red y competencia entre los individuos interconectados, fugas de corrientes dividuales. Con Guattari podemos llamar “era postmediática” a este giro, pero es mejor si rechazamos el “post” y vemos aquí una tecnecología, en la que cosas, rodeos, máquinas y socialidades se multiplican y concatenan.

Para el fomento de esa tecnecología es necesario en primer lugar inventar estructuras y aparatos técnicos fundamentalmente abiertos e inclusivos. En segundo lugar, se trata asimismo de prestar atención en lo sucesivo a las relaciones de propiedad de esas estructuras. En tercer lugar, los modos de subjetivación y de enunciación tecnecológicos han de poner en primer plano lo que se produce en ellos, con ellos y en torno a ellos: en vez de odio, escarnio, envidia, socionarcisismo, reclusión y aislamiento individualista en plena socialidad, surgen tecnecologías que producen y preservar el enmedio, el territorio subsistencial, el rodeo. De nuevo con Walter Benjamin: se trata aquellas cosas sutiles y espirituales, que viven incluso en la lucha de clase más cruda y material “en forma de confianza, de valor, de humor, de astucia, de perseverancia”. Se trata de tecnecologías que promueven esas cosas sutiles, esos pequeños gestos, esas afecciones de la situación de envoltura afectiva. No en forma de tecnofantasías cada vez más reales de penetración invasiva de la tecnologías en el cuerpo humano, ni del sentir no orgánico de las máquinas, sino del rodeo envolvente, que produce y preserva lo social, el enmedio, el territorio subsistencial. Precisamente aquí, en las envolturas de la tecnecología se generan nuevos agenciamientos colectivos de enunciación, se produce la sucesiva mutación monstruosa de los modos de subjetivación, el enmedio deviene un midstream torrencial.

 

 

[1]  “Or la plupart des anciennes instances de communication, de réflexion et de concertation se sont dissoutes au profit d'un individualisme et d'une solitude souvent synonymes d'angoisse et de névrose. C'est en ce sens que je préconise - sous l'égide d'un type d'articulation inédit entre écologie environnementale, écologie sociale et écologie mentale - l'invention de nouveaux agencements collectifs d'énonciation […]. […] l'intelligence et la sensibilité sont l'objet d'une véritable mutation du fait des nouvelles machines informatiques qui s'insinuent de plus en plus dans les ressorts de la sensibilité, du geste et de l'intelligence. On assiste actuellement à une mutation de la subjectivité qui est peut-être encore plus importante que ne le furent celles de l'invention de l'écriture ou de l'imprimerie”. (NdT: el texto de Guattari en castellano está disponible en Félix Guattari, Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares, Madrid, edición de Raúl Sánchez Cedillo, Traficantes de Sueños, 2004: https://www.traficantes.net/libros/plan-sobre-el-planeta.)

[2] Félix Guattari, Las tres ecologías, Valencia, Pre-textos, 1990.

[3] Ver este número de la revista-web transversal http://transversal.at/transversal/0916

[4] Las traductoras de Mil Mesetas en castellano, Umbelina Larraceta y José Vázquez Pérez, vierten milieu como “medio” (véase Gilles Deleuze, Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 2010). Por nuestra parte, para el presente texto hemos optado por traducir milieu como “enmedio” (NdT).

[5] Walter Benjamin, “Über den Begriff der Geschichte”, p. 693 [una versión castellana, “Tesis sobre la filosofía de la historia”, en traducción de José Sánchez Sanz, puede encontrarse aquí: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/tesis-de-filosofia-de-la-historia/].

[6] Véase http://transversal.at/transversal/0916/raunig/es

[7] Véase http://transversal.at/transversal/0916/manifesto/es

[8] Véase http://transversal.at/transversal/0318/kaempfrogers/es

[9] Anne Querrien, “Von der Architektur für die Psychiatrie zur Ökologie der Stadt. Ein Ensemble von Aktionsforschungen inspiriert durch Félix Guattari“, en Lorey, Nigro, Raunig (eds.), Inventionen 2, véase también CERFI, “Les équipements du pouvoir“, Recherches, núm. 13, París, 1973.

[10] Sobre la idea de desamblaje [Ungefüge], véase http://transversal.at/transversal/0916/raunig/es