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08 2005

Democracia inclusiva

Takis Fotopoulos

Transcripción de un vídeo de O. Ressler,
grabado en Londres, Gran Bretaña, 37 min., 2003


Hoy en día nos enfrentamos a una crisis multidimensional muy seria. Esta crisis afecta a todas las esferas de la vida. En otras palabras, es una crisis económica, una crisis social, una crisis ecológica, e incluso una crisis cultural. Así que la cuestión es ¿existe un hilo conductor? Quiero decir, ¿podemos encontrar una causa común para los diversos aspectos de la crisis? Y la respuesta, en mi opinión, es sí. La causa es siempre la concentración de poderes en varios niveles. Es la concentración de poder económico, que lleva a la crisis económica, del poder político, que lleva a la crisis política, etc., etc. La crisis política es una consecuencia de las dinámicas de la democracia representativa. La democracia representativa no es un sistema que haya estado ahí desde siempre ­ fue creado al mismo tiempo que el sistema de la economía de mercado hace 200 años, y sus dinámicas nos han llevado a la presente situación, en la que todas las decisiones importantes ya no son tomadas por los parlamentos, ni siquiera por los partidos en el poder, sino por los reducidos círculos alrededor del presidente o el primer ministro ­. Esto genera una inmensa enajenación. Por eso hoy en día ya no tenemos partidos políticos de masas. La gente no milita en los partidos como lo hacía en el pasado. Y no sólo eso: hoy en día mucha gente ni siquiera se molesta en votar. Así que esto es una muestra de la inmensa crisis política que atraviesa el sistema de la democracia representativa. Por tanto, si uno se fija en todos los aspectos de la presente crisis, verá que la causa última detrás de ella es la concentración de poder de una forma u otra. Y es por esto que necesitamos una democracia inclusiva, porque la democracia inclusiva es la abolición de esta concentración de poder a nivel institucional, la abolición de esta concentración de poder en todas sus formas, y la creación de condiciones para compartir el poder de forma equitativa, el poder político, el poder económico, etc.

Soy Takis Fotopoulos, soy escritor y editor de la revista internacional "Democracy & Nature", la revista internacional por la democracia inclusiva, y he impartido clases de economía en la Universidad de North London durante más de 20 años. Me gustaría hablar del proyecto de la democracia inclusiva, y me gustaría empezar con lo siguiente: ¿Qué es la democracia inclusiva? Creo que es importante enfatizar que el proyecto de la democracia inclusiva no es sólo un modelo económico, sino un proyecto político más amplio, que pretende rehacer la sociedad a todos los niveles, al nivel político, al nivel económico, al nivel social, y, por supuesto, en la esfera ecológica. El objetivo general del proyecto de la democracia inclusiva es crear una sociedad en la que la gente se autodetermine, en la que, en otras palabras, la "demos", tal y como era el concepto clásico del pueblo, tenga control sobre la esfera política, la esfera económica, y la esfera social en general.

Así que el proyecto de democracia inclusiva es, en cierto sentido, una síntesis de las dos principales tradiciones históricas, la tradición socialista y la tradición democrática, y también de las corrientes que se han desarrollado en los últimos 30 o 40 años, los nuevos movimientos sociales, el movimiento feminista, el movimiento ecologista, los movimientos identitarios de varios tipos, etc. En otras palabras, el proyecto de democracia inclusiva es una síntesis de todas estas experiencias históricas, tanto de la tradición socialista como de la tradición democrática, y también de todos estos nuevos movimientos sociales. Y, en cierto sentido, podemos decir que el proyecto de la democracia inclusiva ni es una construcción teórica, sino un producto de todas estas experiencias históricas, ni es una utopía ­ y no es una utopía porque ya tenemos a nuestro alrededor tendencias que llevan a una sociedad que en varios aspectos se asemeja a una sociedad de democracia inclusiva ­. En todas partes hay experimentos en marcha con instituciones alternativas, y, en los casos de insurrección, como por ejemplo el reciente caso argentino, hemos visto a la gente organizarse en asambleas generales e intentar gestionar la vida económica y política de acuerdo con unos principios que, al igual que el principio que explicaré en un momento, son los principios del proyecto de democracia inclusiva.

Los cuatro componentes de una sociedad democrática inclusiva son: en primer lugar, la democracia política o directa; en segundo lugar, la democracia económica; en tercer lugar, la democracia a nivel social; y en cuarto lugar, la democracia ecológica.

Así que veamos brevemente qué entendemos por cada uno de estos conceptos. La democracia política o directa equivale a la autoridad de la "demos", del pueblo, sobre la esfera política. En otras palabras, la democracia política implica que la gente toma colectivamente decisiones sobre todos los asuntos políticos, de manera directa, sin representantes, porque eso que hoy en día llamamos democracia representativa es una democracia falsa, ya que no puede haber una representación de mi voluntad, de la voluntad de nadie; quiero decir que o puedes expresar tu voluntad de forma directa, o puedes simplemente delegar ciertos deseos que tengas, pero no puedes tener a otra persona tomando decisiones por ti. Así que la democracia política o directa es la clase de sociedad en la que la gente decide por sí misma, de manera directa y colectiva, sobre todos los aspectos importantes de la vida política. Esto quiere decir que en una democracia directa todos los residentes en un área particular toman parte en el proceso democrático. Vamos a asumir que normalmente se tratará de una comunidad no mayor de treinta a cincuenta mil personas.

De la misma manera que definimos la democracia política como la autoridad de la "demos" sobre la esfera política, podemos definir la democracia económica como la autoridad de la "demos" sobre la esfera económica. Esto quiere decir que el cuerpo de la ciudadanía, esto es, todas las personas mayores de edad ­ algo que se decide en las asambleas ­ todas las personas de una cierta edad deciden, toman decisiones sobre todos los problemas económicos importantes, y en particular aquéllos que afectan las necesidades básicas. En una democracia inclusiva no debería haber propiedad privada de los recursos de producción, de los medios de producción, sino que en cambio los recursos de producción deberían ser propiedad de la "demos", debería haber una propiedad demótica de los medios de producción.

El tercer componente de la democracia inclusiva es la democracia a nivel social; esto es, a un nivel micro-social, al nivel del lugar de trabajo, el hogar, el centro educativo, etc. En todos estos lugares debería haber democracia en el sentido de que debería haber una distribución equitativa del poder. Por otro lado, no debería existir una distinción entre trabajadores en un lugar de trabajo, no debería haberla, debería haber, en otras palabras, una distribución equitativa entre hombres y mujeres, entre profesores y alumnos, etc.

Y, finalmente, tenemos el cuarto componente de la democracia inclusiva, el componente de la democracia ecológica, que quiere decir que la democracia inclusiva tiene por objetivo crear las condiciones subjetivas y objetivas para que el ser humano se reintegre en la naturaleza, que la sociedad se reintegre en la naturaleza. Esto es importante, porque lo que tenemos hoy en día es una situación en la que la sociedad está separada de la naturaleza. Vemos la naturaleza como un instrumento para conseguir ciertos objetivos ­ el objetivo principal, por supuesto, es el crecimiento económico ­ y como resultado de ello sufrimos la crisis que tenemos hoy en día, una crisis ecológica seria.

Por tanto, después de ver qué es una democracia inclusiva y por por qué necesitamos una democracia inclusiva, el siguiente paso importante es ver cómo una democracia económica, esto es, cómo funcionará este concepto básico de democracia inclusiva, qué tipo de institución podemos imaginar que garantice la distribución equitativa del poder económico. Esto es importante, no tanto para prescribir algún tipo de régimen que debería aparecer en el futuro ­ esto sería estúpido, porque, de hecho, serán las asambleas democráticas del futuro las que decidan sobre la forma que adoptará su institución ­. Lo único que podemos hacer aquí es dar una idea de por qué es practicable un sistema de esta clase, cómo podría funcionar, y hacer algunas propuestas que aplicarían todos los principios básicos que he mencionado.

Por tanto, el modelo de democracia económica que voy a explicar en un momento también representa una síntesis ­ de la misma manera que todo el proyecto de democracia inclusiva representa una síntesis ­ representa una síntesis de dos sistemas que hemos conocido en el pasado, por un lado el sistema de planificación, y por otro lado el sistema de mercado que todavía tenemos.

El elemento básico del sistema de planificación, o, si lo preferís, el objetivo principal del sistema de planificación, era el garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de todo el mundo. Por otro lado, el elemento básico producido o esgrimido como su punto fuerte por los defensores del sistema de mercado es la libertad de elección. Aun así, ninguno de los dos sistemas ha funcionado de acuerdo con sus planteamientos teóricos. Quiero decir que el sistema de planificación, el sistema de planificación central en el Este ha creado algunas condiciones para la satisfacción de las necesidades básicas de más o menos todo el mundo, pero esto no significó una democracia económica, ya que, como dije antes, las decisiones fueron tomadas por la élite política. El sistema de mercado tampoco satisface la supuesta ventaja de la libertad de elección porque es ridículo hablar de libertad de elección cuando las necesidades básicas no se están cubriendo.

Así que la cuestión es cómo podemos tener un sistema que por un lado garantice la satisfacción de todas las necesidades básicas de todos sus ciudadanos, y, por el otro, garantice la libertad de elección. Para ello, la propuesta de la democracia inclusiva es combinar el elemento de planificación, que sería particularmente útil en lo referente a las necesidades básicas, con el elemento de mercado ­ no en el sentido de un mercado verdadero como el actual, sino en el sentido de un mercado artificial, y voy a explicar esto en un momento.

Como podéis ver en este sencillo diagrama, en la base de la pirámide podéis leer "los ciudadanos deciden". Y allí podéis ver que son los ciudadanos los que deciden sobre la producción, sobre el consumo, sobre el trabajo. En otras palabras, todas las decisiones importantes han sido tomadas por ciudadanos. Esto no es casualidad, ya que no deberíais olvidar que éste es un modelo económico no-estatal, en otras palabras, no presupone un Estado, no tiene moneda de cambio, en el sentido de que no da por supuesto el dinero tal y como lo conocemos hoy, y que no es mercantil, en el sentido de que no hay un mercado real sino un mercado artificial, y son básicamente los ciudadanos los que deciden.

Pasemos entonces al lado consumista de la economía. Aquí podéis ver que los ciudadanos deciden como consumidores cómo asignar sus ingresos, que adoptan la forma de vales. O sea, a cambio del trabajo que ofrecen a la sociedad los ciudadanos reciben vales.

Ahora bien, aquí podemos distinguir entre vales esenciales y vales no-esenciales. Empecemos por los vales esenciales de la derecha. Podemos estimar el número de hombres-hora de trabajo que la gente tiene que ofrecer a la sociedad, a la comunidad, para que sus necesidades básicas sean cubiertas. En otras palabras, los planificadores deciden, en base a las estimaciones sobré cuáles son las necesidades básicas ­ y cuáles son las necesidades básicas se decide democráticamente, no objetivamente, ya que si uno introduce el elemento de objetividad, podemos acabar tomando toda clase de decisiones arbitrarias ­ así que los ciudadanos democráticamente deciden qué necesidades son básicas y también el nivel de satisfacción necesario para que las necesidades básicas, por ejemplo la comida, o la ropa, o lo que sea, sean cubiertas.

Así que en base a estimaciones sobre el tamaño de la población y la adjudicación a cada ciudadano de, por un lado, unas necesidades básicas, y, por el otro, en base al promedio tecnológico podemos averiguar cuál es el número total de horas básicas que deben ser ofrecidas a la sociedad de, por ejemplo, treinta o cincuenta mil personas para que sus necesidades básicas sean cubiertas.

Los vales no-esenciales son emitidos a ciudadanos que quieran trabajar por encima de los requisitos mínimos necesarios para la satisfacción de las necesidades básicas. Digamos que los planificadores han estimado que todo el mundo debe trabajar tres horas al día para que todas las necesidades básicas sean cubiertas. Si alguien quiere trabajar más de tres horas, en la misma línea de trabajo o en otra distinta, entonces se le premia con vales no-esenciales, que puede usar para comprar mercancías, bienes de consumo y servicios que no son de naturaleza esencial.

La pregunta que surge respecto a los vales no-esenciales es cómo determinar el curso de intercambio, en otras palabras, los "precios" de intercambio de trabajo por vales no-esenciales. Para los vales esenciales no hay problema, ya que todo el mundo tiene que trabajar unas horas mínimas para cubrir sus necesidades básicas. Pero con los vales no-esenciales está el problema de cuál es el derecho a remuneración. Ahora bien, aquí podríamos considerar ­ y por esto antes hablé de un mercado artificial ­ podemos tomar en consideración las condiciones de oferta y demanda del pasado. En otras palabras, si, por ejemplo, un móvil es caracterizado como un bien no-esencial por las asambleas y si, vamos a suponer, en los últimos seis meses en esta comunidad ha habido una oferta de, por ejemplo, 100 000 vales no-esenciales en la compra de móviles, con estos 100 000 vales la gente podría comprar 1000 móviles porque ésta ha sido la producción total de móviles, entonces, si dividimos el número de vales usados en la compra de móviles por el número de móviles producidos, obtenemos 100. Así que el precio de un móvil será de 100 vales no-esenciales. Y, de manera similar, podemos encontrar el precio de cualquier otro producto no-esencial, en otras palabras, al tomar en consideración el volumen de producción durante un período de tiempo y cuál ha sido la demanda de este tipo particular de producto o servicio. Por tanto, de esta manera, empezamos con unas condiciones de oferta y demanda reales en lugar de ­ y éste es un gran defecto de la mayoría de los sistemas de planificación ­ en lugar de previamente preguntar a la gente qué desean comprar y luego calcular, a través del sistema de planificación, qué habría que producir. La desventaja de todos estos tipos de planificación es que la gente tiene que decidir con una antelación de seis meses o un año exactamente qué van a comprar, lo cual, por supuesto, es algo que restringe seriamente la libertad de elección.

Pasemos ahora al lado productivo de la economía. Como podéis ver, los ciudadanos deciden los objetivos de producción, por un lado, en asambleas demóticas, y en asambleas en sus lugares de trabajo por otro. Ahora bien, las asambleas demóticas probablemente sean el más importante cuerpo ejecutivo en la democracia inclusiva. Es la asamblea de la "demos", la asamblea del cuerpo de la ciudadanía en un área particular. La asamblea demótica toma decisiones sobre todos los aspectos de la vida económica, política, y social, y especialmente en lo que concierne a la economía. Toma estas decisiones en base al plan que ha sido diseñado a un nivel confederal, que veremos en un momento. La asamblea demótica, sobre la base de las instrucciones de planificación confederal, como hemos visto antes, hace una estimación de cuáles serán las necesidades básicas de las personas y cuántas horas tiene que trabajar cada uno. Así que, en base a estas instrucciones, las asambleas demóticas dan instrucciones a las distintas asambleas en lugares de trabajo sobre cuáles son los objetivos laborales ­ esto es, qué tienen que producir para cubrir las necesidades de la gente.

Sin embargo, tanto las asambleas demóticas como las asambleas en los lugares de trabajo se refieren a un nivel local. Por tanto, tenemos que pensar que también hay problemas de relevancia regional, nacional e incluso continental. Por ello también necesitamos lo que podríamos llamar asambleas regionales, como podemos ver en el diagrama, que decidan sobre problemas que no se puedan resolver a nivel local. Porque, en principio, todas las decisiones importantes se toman a nivel local, pero hay problemas que no se pueden resolver a nivel local ­ por ejemplo, el transporte, la energía, la comunicación. No puedes resolver esta clase de problemas a nivel local, así que debería haber una asamblea regional que consista en delegados de las asambleas demóticas ­ que no tome decisiones. Esto es importante, la asamblea regional es un consejo administrativo, no es un cuerpo ejecutivo. No hay que olvidar que se trata de delegados, no de representantes, así que se elige un número de delegados a las asambleas regionales para aplicar las decisiones de las asambleas demóticas.

Por último, tenemos las asambleas confederales, que son el órgano económico de más alto nivel en la democracia inclusiva. Y esto quiere decir que una democracia inclusiva no puede funcionar solamente a nivel local. Si las democracias locales no están confederadas en una especie de democracia inclusiva confederal, entonces no tiene sentido ni empezar a hablar de asignar recursos de manera razonable. De hecho, yo diría que las tres condiciones para la democracia económica son las siguientes: en primer lugar, tal y como comenté antes, la propiedad demótica de los medios de producción; en segundo lugar, su autosuficiencia, o sea, cada comunidad local, cada demos debería ser auto-suficiente, no en el sentido de una autarquía ­ la autarquía es imposible hoy en día ­ sino en el sentido de poder contar con sus propios recursos para cubrir el mayor número posible de necesidades; y el tercer principio importante incluido en este modelo de democracia económica es la asignación confederal de recursos, la asignación de recursos tiene lugar a nivel confederal.

En una sociedad libre la cuestión es quién va a ocuparse de las tareas no-deseadas, y cómo podemos resolver la oferta y la demanda si, por ejemplo, la mayoría de la gente prefiere realizar trabajos verdaderamente agradables, en lugar del resto de trabajos.

Ahora bien, una solución que se ha sugerido ha sido la de los complejos profesionales, que quiere decir que la gente puede realizar una variedad de actividades. En otras palabras, podemos extender el sentido del trabajo o del tipo de trabajo para incluir muchas tareas, tantas como sea posible. Por ejemplo, si trabajas en una oficina, puedes hacer mecanografía, pero a la vez puedes involucrarte en otros tipos de actividad más interesantes, y también en el proceso de toma de decisiones, etc. Así que, en este sentido, la idea de los complejos profesionales sí resuelve el problema de cómo elegir trabajos en cierto tipo de actividades.

Pero esto tampoco es una panacea, quiero decir, podemos pensar en tipos de actividad en los que la idea de complejos profesionales puede no funcionar, sobre todo si uno necesita un alto grado de formación y habilidades técnicas para un trabajo particular. A mí no se me ocurre cómo podría ser un complejo profesional para un cirujano, por ejemplo, o para un piloto. No podría imaginarme a un cirujano haciendo limpieza y ayudando a la enfermera a poner inyecciones porque esto sería malgastar su tiempo y el de la sociedad, que es mucho más importante. Así que debería haber alguna forma de expresar los deseos de la gente en lo referente al tipo de trabajo que eligen.

En lo que concierne a los tipos de trabajo no-esenciales, hay un sistema propuesto por la democracia inclusiva que debería resolver el problema. Pero en lo referente a los trabajos esenciales creo que la única solución es que la respuesta a esta grave desincronización entre oferta y demanda sea la rotación, esto es, que la gente se turne realizando una serie de actividades, así que si vas a realizar algún trabajo duro como construcción o minería, puedes tener un sistema de turnos ­ ésta es una manera ­. Otra manera podría ser premiar a la gente que realiza trabajos con poca demanda con vales no-esenciales por encima de los vales esenciales que les corresponden.

Si subimos por el diagrama, podemos ver en el lado izquierdo el índice de deseabilidad, y en el lado contrario tenemos los precios de los productos y servicios no-esenciales. Estos son los dos elementos que determinan la tasa de remuneración del trabajo no-esencial. El índice de deseabilidad es un índice complejo que presenta los deseos de la gente en referencia de diversos tipos de trabajo. Veamos primero el índice de deseabilidad: podemos diseñarlo como una función inversa de la deseabilidad en el sentido de que cuanto más apetecible sea un trabajo, será peor remunerado, así que en este caso podemos tener, por un lado, la satisfacción de los deseos de la gente, y por el otro la satisfacción de las necesidades de la sociedad, en el sentido de que el trabajo no-deseado deberá ser mejor remunerado ­ por ejemplo, un constructor o un minero quizás deberían ser mejor remunerados que un profesor de universidad, porque el profesor de universidad recibe una mayor satisfacción de su trabajo que un minero o un constructor ­. Además, y esto es muy importante, aquí tenemos un mecanismo de ajuste, ya que si, por ejemplo, no hay una oferta de trabajo esencial en un tipo particular de actividad, si, por ejemplo, no hubiera mucha gente que quisiera realizar un trabajo extra en la producción de móviles, esto se reflejaría en el precio de los móviles, el precio de los móviles se incrementaría en la medida en la que la producción de móviles decreciera. Por tanto, en la medida en la que crezca el precio de los móviles crece, crecerá la tasa de remuneración, y esto atraerá a más trabajadores hacia la producción de móviles.

Así que, en pocas palabras, así es como funciona este modelo de democracia económica. Pero, tal y como dije desde el principio, esto es sólo una propuesta, que sirve para demostrar que sí es posible tener otro tipo de sociedad, que cubra las necesidades básicas de todos los ciudadanos y que al mismo tiempo cumpla las exigencias de la libertad de elección. Y, por supuesto, dependerá de las asambleas generales del futuro decidir exactamente qué forma adoptara su sociedad.

Finalmente, la cuestión crucial que tenemos que tomar en consideración es cómo avanzar hacia la democracia inclusiva, quiero decir, cómo visualizar una estrategia de transición hacia esta clase de sociedad. Creo que el principio básico que debería guiar nuestros pasos es que los medios deben ser consistentes con los fines. Por tanto, necesitamos un nuevo tipo de organización política que debería garantizar la satisfacción de las exigencias básicas de la democracia directa. Esto descarta cualquier tipo de vanguardia o partido político jerarquizado, etc. Lo que necesitamos, en cambio, es un nuevo movimiento, un nuevo tipo de movimiento de masas que se basaría en organizaciones (más o menos) autónomas que se confederarían, por supuesto, y que empezarían a construir la instituciones de la democracia inclusiva en sus áreas respectivas.

En otras palabras, tal y como yo veo la transición hacia la democracia inclusiva, ésta emplearía dos tipos de táctica, o, si lo prefieren, estrategia: por un lado, la estrategia defensiva habitual de la izquierda, que consiste en tomar parte en las luchas de la clase obrera, de la gente en general contra los ataques de la globalización neoliberal. Pero, tal y como yo lo veo, ésta es sólo una parte de la lucha. La otra parte, que es igual de importante, si no más importante todavía, de la lucha es la parte positiva, es la que implica la construcción de instituciones alternativas dentro de la sociedad actual.

De hecho, este proceso ya ha comenzado, quiero decir, pueden ver en todas partes cómo diversos grupos organizan cooperativas, comunas, etc., los esquemas de alianza en los países anglosajones, según las cuales la gente, y sobre todo la gente sin empleo, evitan el uso del dinero y relacionan sus servicios directamente con otros servicios ­ así que hay toda clase de esquemas similares en funcionamiento en estos momentos ­. El problema es que todos estos esquemas no forman parte de un programa riguroso de cambio político.

Para ello, yo no dudaría incluso si estos grupos, estos equipos de personas que ya han empezado a instaurar estas instituciones alternativas, tomaran parte de las elecciones municipales. En otras palabras, si ellos se presentan a las elecciones municipales, como parte de un programa de democracia inclusiva, o como parte de un programa democrático completo ­ y esto presupone que éste ya se ha convertido en un fenómeno de masas, en tanto que el movimiento ya tiene un importante atractivo para la gente ­ que si ellos ganaran las elecciones municipales, tendrían una oportunidad perfecta de aplicar, de poner en funcionamiento los principios de la democracia inclusiva a nivel municipal. En otras palabras, se harían con el poder local para, por así decirlo, abolirlo al día siguiente, en el sentido de que, en cuanto se hayan hecho con el poder local, a partir del día siguiente, empezarían a organizar a la gente en asambleas vecinales que ocuparían el lugar del consejo municipal de siempre, etc.

La importancia de esta estrategia de transición del proyecto de democracia inclusiva está en que la nueva sociedad no se implantará en absoluto a no ser que la mayoría de la población esté ya a favor del proyecto, en otras palabras, a no ser que ya hayan adoptado, al usar en la práctica las instituciones alternativas y adquirir conciencia democrática, si la mayoría ya hayan sido integrados en la nueva sociedad de esta clase, esta sociedad no se llegará a realizar.

Cuando llegue el momento en el que el poder desde abajo, este poder que se ha iniciado desde abajo, sea más fuerte que el poder de las autoridades normales, en otras palabras, los capitalistas, el Estado, etc., entonces, después de un período de tensión entre el Estado y la élite capitalista por un lado y la gente, autogestionada de una u otra manera, por el otro, entonces podremos esperar tener una transición ­ que puede o no ser violenta ­. Quiero decir, será violenta, por supuesto, si las élites, como es muy probable, ataquen esta clase de experimentos echando mano de diversas formas de fuerza ­ y la fuerza no tiene por qué ser física, a veces bastaría con la fuerza económica ­. Pero podría no ser violenta, quiero decir, todo depende, por supuesto, de la balanza de poder en el momento de la transición.

Traducción: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid