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06 2008

Sobre la práctica y la crítica

Una conversación entre Alexander Bikbov y Dmitry Vilensky

Alexander Bikbov / Dmitry Vilensky

Traducción de Marcelo Expósito

AB: Me parece que venimos de posiciones parecidas. Ambos utilizamos un punto de vista crítico como instrumento profesional para producir nuevas formas de conocimiento. Pero es imposible utilizar la crítica como recurso profesional de manera exclusivamente individual, o al menos no por un periodo de tiempo extenso. La crítica sólo funciona cuando se practica colectivamente, y eso se muestra claramente en el trabajo del grupo al que perteneces, Chto Delat?/What's to be done? (¿Qué hacer?), que incluye artistas, poetas y filósofos, todos los cuales pensáis críticamente, pero no partíais de una posición común cuando el grupo se conformó[1]. Lo mismo sucedía en un seminario que organizamos recientemente para estudiantes de sociología con curiosidad intelectual en la Moskovskiy gosudarstvennyy universitet imeni M.V. Lomonosova (Universidad Estatal de Moscú M.V. Lomonosov). Comenzó bajo la forma de un laboratorio para ayudar a que los estudiantes tuvieran conocimiento de diversas teorías sociales críticas, pero, según se fue desarrollando, la situación exigió un tipo de organización cada vez más consolidada y complicada. Fue por eso que, hace varios años, decidí convertir este seminario en un grupo de investigación llamado NORI (la abreviatura en ruso de Asociación No Oficial de Trabajadores Investigadores). Quienes participan en él no se limitan a discutir textos, sino que ejercen la investigación, haciendo uso de un método crítico común a todo el grupo. Trasladar nuestro trabajo a un régimen colectivo y de carácter práctico nos hizo perder el miedo a la acción, de tal manera que NORI ha acabado por unirse a la lucha contra la corrupción intelectual en la Facultad de Sociología de la Universidad, formando parte de las protestas estudiantiles impulsadas por el grupo OD[2]. En realidad, nuestra nueva disposición a luchar no debería sorprender: la ambición intelectual, más la presencia de un mediador y organizador experimentado, más la regularización de las reuniones y los contactos, más la formación de un cuerpo crítico común, dan como resultado la organización colectiva de un método de trabajo. Estos principios han demostrado ser muy útiles para nuestra labor. ¿En qué medida piensas que son diferentes o no de los que rigen vuestras prácticas en Chto Delat?

 
DV: Lo que me parece más importante de nuestra estrategia es la construcción de espacios en los que el grupo pueda llevar a cabo su trabajo, espacios que sean ampliamente independientes del sistema, que intentan eludir el control de las instituciones y del mercado. Una vez que logras alcanzar esta posición, se vuelve mucho más fácil mantenerse firmes a la hora de negociar. Cuando se habla con instituciones desde este lugar, se pueden pedir condiciones de trabajo dignas y mejor pagadas. Es ahí, de hecho, donde empieza la política, en ese posicionamiento de las fuerzas y de los procesos de negociación que reemplazan la acción militar (Foucault nos ofreció una brillante descripción de esto). En otras palabras, es tan importante inventar gestos de rechazo de las situaciones tradicionales de dominio y subalternidad que se dan en las instituciones, como apelar a la solidaridad con quienes plantean demandas semejantes: necesitamos expresar nuestras demandas juntos, con el fin de dotarlas de mayor peso. Básicamente, lo que nosotros venimos a decir siempre es: "¿No queréis mostrar nuestro trabajo ni publicar nuestros textos? No hay problema: encontraremos los recursos necesarios para hacerlo nosotros mismos trabajando con diferentes organizaciones. Y ¿sabéis qué? El resultado va a ser mejor y va a tener tal resonancia llegados a un cierto punto, por mucho que odieis lo que hacemos, que no vais a poder ignorarnos".

Estoy totalmente de acuerdo contigo en que es imposible desarrollar saberes críticos en solitario. Se trata de una tarea colectiva, sobre todo si tenemos en cuenta que el conocimiento crítico necesita tener una característica fundamental: ha de apelar a la verdad. Se trata de una cuestión política que, por supuesto, tiene que estar vinculada a formas colectivas de adoptar una posición en el espacio público. Sin entrar en una discusión más detallada sobre qué es la verdad y dónde encontramos las posibilidades de articularla, sí debemos señalar que un colectivo, aunque sea pequeño, tiene el poder y el derecho de levantarse y decir: "¡Lo que está pasando aquí es una mierda, un montón de mentiras!". Es esto lo que lo hace peligroso, incluso si se trata de una minoría, porque un colectivo tiene siempre el derecho de exigir un cambio, tanto a través de la manera en que interpreta las situaciones como a través de la acción. Dicho de otra manera: un colectivo puede producir el conocimiento de un orden de cosas diferente. Puede que este conocimiento no siempre exprese la verdad absoluta, pero aun así el colectivo puede ser una especie de "pionero de la verdad", como diría Alain Badiou. Pero dime, ¿cuál es tu definición de "crítica"?, y ¿hasta qué punto tu noción de crítica como procedimiento básico de producción de conocimiento está conectada a los instrumentos que estamos discutiendo?

 
AB: Soy sociólogo, de manera que la única definición de crítica que no me hace sospechar es la crítica con efectos emancipatorios, es decir, la crítica como descripción precisa de las condiciones de desigualdad y de la falta de libertad. Este tipo de crítica afecta al pensamiento y a la acción: si la descripción que la crítica ofrece es lo bastante acertada, entonces su efectuación requiere tener efectos emancipatorios. El ejemplo histórico más famoso de este tipo de crítica es el análisis marxista de la explotación, que no sólo demostró ser acertado en la "teoría", sino que también consistió en una descripción práctica de cómo se ejerce el dominio sobre el trabajo. Estos saberes fueron reelaborados colectivamente, para llegar a servir posteriormente como base de una resistencia organizada a la desigualdad como la que mostraron los movimientos de trabajadores socialistas y anarcosindicalistas o, más recientemente, los movimientos de desempleados o de quienes están privados de derechos. Otros ejemplos más locales de crítica los podemos encontrar en algunas investigaciones sociológicas sobre los mecanismos del poder y el reconocimiento social llevadas a cabo en Francia y Estados Unidos entre las décadas de 1950 y 1980, que mostraron con claridad cómo y por qué las formas de interacción profesional, social y de género siempre conllevan ganadores y perdedores. Así, por ejemplo, las investigaciones sociológicas de Pierre Bourdieu son en primer lugar, y sobre todo, una crítica empírica de las condiciones sociales de desigualdad.

Este tipo de conocimiento nos impone una carga: la verdad, si se ha establecido críticamente, no puede sino convertirse en un problema general. Pero sólo aceptando la experiencia dolorosa de portar esa carga pueden los perdedores descubrir el potencial de la libertad. La pregunta que debemos hacernos es en realidad la siguiente: ¿qué tipo de crítica puede desbaratar las percepciones generales que predominan actualmente en el sistema de relaciones sociales en Rusia, el cual se caracterizan por el servilismo ante los superiores, el dominio de los hombres sobre las mujeres, el ethos de la homogeneidad y un profundo desdén por la política? Todo esto no es mera imaginación, sino hábitos sociales reales...

 
DV: Hay que hacer constar también que hay muchos recursos que están hoy bajo el control de gente a quien no le importa lo más mínimo el arte, la cultura, la historia o el saber, por no decir ningún tipo de expresión crítica. Se cierran universidades[3], y para controlar los programas académicos se introducen comisarios del partido Rusia Unida[4] en las instituciones dedicadas a la educación superior. Más aún, la economización de la cultura tiene lugar en Rusia de manera diferente a Europa Occidental, donde viene motivada por la optimización de gastos e ingresos por parte de las corporaciones. En Rusia, en cambio, se trata más bien de un proceso que responde a los intereses triviales y personales de burócratas que han engordado robando. No les importa lo más mínimo mejorar la calidad de la cultura ni construir modelos educativos más eficaces. Lo más importante es engullir el máximo posible aquí y allá, y presumir de ello al máximo. Departamentos museísticos enteros, como el Departamento de Arte Contemporáneo del Museo Ruso de San Petesburgo, se están convirtiendo en centros de servicios destinados a cumplir estas exigencias[5]. El Museo del Hermitage ha hecho un extraño negocio con el Guggenheim, y ahora se dedica a propagar esa actitud globalista glamurosa hacia la cultura contemporánea, mediante la promoción de los artistas de Saatchi[6] o de otros grandes dealers cuyo interés consiste en convertir el capital simbólico del Hermitage en ingresos materiales. ¡Debería darles vergüenza, pero, al contrario, aquí en San Petersburgo esto se presenta como la cumbre el arte contemporáneo!

 
AB: Pero aun así, para poder analizar la situación con claridad hay que abandonar el enfoque estrecho de las verdades privadas, para encarar un horizonte más amplio y detallado. Al mencionar tu experiencia europea, has tocado un punto clave. El trabajo crítico profesional no puede ser ya un proyecto estrictamente local y privado. En las actuales condiciones rusas, el orientarse hacia un contexto internacional y el saber aplicar la experiencia que se adquiere en Europa para producir una reflexión crítica, son no sólo las condiciones previas necesarias para poder elaborar investigaciones productivas, sino que ello también nos permite romper con otros puntos de vista locales autoritarios o con la pseudo crítica reaccionaria.

 
DV: En realidad, aunque no me parece que esta orientación sea de por sí lo más importante, hay que reconocer que mi grupo se encuentra entre los pocos que en Rusia están influenciados por las tradiciones emancipatorias europeas en nuestra vida cotidiana, en los hábitos personales, etcétera. De hecho, si trasladas nuestro trabajo a un contexto internacional, podría describírselo con un viejo concepto feminista: prácticas de autoconciencia. Pero, al mismo tiempo, no se pueden equiparar sin más nuestras prácticas con su correlato occidental, porque, en Rusia, estas actividades tan "inocentes" sufren con frecuencia sanciones por parte del Estado represivo, el cual se toma muy en serio cualquier reclamación crítica, empeñándose en destruirla mediante el tradicional despotismo. Esto confiere una especial intensidad al trabajo crítico, y resalta el significado de la crítica como expresión de la verdad sobre el poder, como desvelamiento de su carácter de oscura máquina de represión que no produce nada por sí misma sino que estrangula todo lo que está vivo. Cuando a la gente se la encarcela, persigue o incluso a veces se la asesina por ser demasiado crítica, la crítica como tal adquiere un nuevo sentido. Pienso que hay poca gente dispuesta a sacrificarse por el derecho a ser críticos o por amor a la verdad. Llegados a este punto, creo que tiene sentido recordar que el periódico de Lenin se llamaba Pravda, que significa "verdad" en ruso... Por cierto, fui a la última Marcha de los Disidentes, y en todos los mítines se insistía en decir "la verdad está de nuestra parte"[7]... Pero, ¿cuán eficaz piensas que pueden ser tales prácticas críticas, cuando la mayoría de la gente se mantiene tan pasiva?

 
AB: Es muy seria tu pregunta por la eficacia de la crítica intelectual en Rusia. Y la respuesta es, casi todo el tiempo, bastante decepcionante. Resulta sintomático que, a diferencia de otros colegas europeos, estemos haciéndonos esta pregunta que es la misma que resultaba crucial para el pensamiento radical de la Rusia del siglo XIX. Y esto es así no porque no hayamos conocido otras formas de crítica más recientes, sino por culpa de nuestra situación, en la que hay una gran distancia social entre los intereses particulares de la gente y las verdades de la crítica. La cultura, entendida como una reapropiación creativa del mundo, está sólo al alcance de una absoluta minoría, puesto que la educación básica de la mayoría de la gente sencillamente no incluye el fomento de las actitudes críticas, sino que solamente cultiva el deseo de conformismo. La mayoría de la gente ha perdido muchísimo, pero lo más importante que se ha perdido es la relación creativa con el mundo. Así que resulta difícil levantarse y gritar: ¡basta, ya está bien! Sólo quienes tienen un poco previamente muestran voluntad de protestar, porque son ellos quienes entienden que la enseñanza o el arte contemporáneo pueden ser una fuente de emancipación personal, teniendo por tanto un interés especial en adquirir una educación que resulta ser muy importante.

Por cierto, me sorprendió descubrir cuán importante es la educación para las estructuras democráticas, los sindicatos tradicionales y los partidos de izquierda en Europa. Los "grandes" sindicatos en Francia invierten mucho tiempo en el trabajo educativo: no sólo dirigen escuelas, seminarios, cursos, sino que también financian la investigación histórica y sociológica. En efecto, organizan incluso excursiones para visitar lugares relevantes de la historia revolucionaria. Así, un sindicato tradicional no sólo tiene la función de mantener altos los salarios, sino también la de educar a los trabajadores. Por supuesto que hay razones para criticar, desde una posición más radical de izquierda, por lo menos en buena parte las actividades y la ideología de base de estos sindicatos. Pero lo que quiero decir es que en principio, en el contexto europeo, existe un sistema mínimo inalienable y versátil de alternativas que en la situación rusa actual no tenemos.

 
DV: Quiero llamar tu atención sobre el hecho de que, a diferencia de las luchas tradicionales de los trabajadores, la lucha en la cultura o en las instituciones académicas es, en principio, muy diferente. Los trabajadores tienen la posibilidad de exigir mejoras en las condiciones de trabajo, pero no pueden decir al patrón: "Tu Ford Fiesta es una mierda, no es el coche que queremos fabricar". Nuestra situación es diferente. Por supuesto que tenemos que exigir mejoras en nuestras condiciones de trabajo (y debemos hacerlo porque se trata de una demanda básica), pero lo principal que tenemos que afirmar es que necesitamos un tipo de producción de conocimiento totalmente diferente. El conocimiento que tenemos ahora no se corresponde con las tareas que tiene que afrontar la sociedad, porque no tiene nada que ver con la verdad en la ciencia o en el arte, y lo que es peor, está totalmente desasociado de las contradicciones reales que tienen lugar en la esfera del trabajo. Lo que quiero decir es que necesitamos volver a pensar críticamente la materialidad de un nuevo mundo, un mundo que está atravesando profundas transformaciones, para reunir a quienes están oprimidos en torno a la tarea de producir una teoría aplicable, de unificar una crítica fundamental con una nueva forma de práctica.

 
Post scriptum: al hilo de esta conversación, remitimos a la nota informativa posterior publicada el 29 de agosto de 2008 en transform bajo el título "El último número del periódico Chto Delat?, confiscado e investigado por la policía" (http://transform.eipcp.net/correspondence/1220008997?lid=1220450685).



[1] "Chto delat/What is to be done? se fundó a comienzos de 2003 en San Petesburgo, constituyéndose como un grupo de trabajo que comprendía artistas, críticos, filósofos y escritores de San Petesburgo, Moscú y Nizhny Novgorod; su objetivo es fundir la teoría política, el arte y el activismo" (http://www.chtodelat.org). Véase también en castellano, en relación con este diálogo, los textos de Dmitry Vilensky "¿Cómo podemos politizar la práctica de la exposición?" (http://transform.eipcp.net/correspondence/1192394800/?lid=1192394999) y "¿Qué significa hoy hacer films políticamente?" (http://eipcp.net/transversal/0307/vilensky/es) [NdT].

[2] El Grupo OD es una red de protesta que inició su actividad en 2007. Está compuesto principalmente por estudiantes, y ha elevado demandas solicitando la mejora de las condiciones de enseñanza y la prohibición de la propaganda de extrema derecha en la Facultad de Sociología de la Universidad Estatal de Moscú (http://www.od-group.org). Que el conflicto alcanzase los medios de comunicación y el grupo se lanzase a buscar aliados en la institución, provocó que se formara una comisión de investigación que no ha tenido resultados prácticos, tanto por la resistencia de la administración de la Universidad como por la pasividad de los comisionados.

[3] Las actividades de la Universidad Europea de San Petesburgo fueron canceladas recientemente por razones políticas. Para más información, consúltese el artículo de Yelena Biberman, "Ousting the Ideological Enemy (More on the Closing of EUSP)", http://www.russiaprofile.org/page.php?pageid=Politics&articleid=a1204212722.

[4] Yedinaya Rossiya es el principal partido de la actual Federación Rusa; fundado en 2001, está dirigido por Vladimir Putin y es la organización política que sostiene al actual Presidente ruso Dmitry Medvedev [NdT].

[5] Se trata del principal museo estatal ruso dedicado a las Bellas Artes, fundado por un decreto del emperador Nicolás II en 1895 [NdT].

[6] El ambicioso proyecto Hermitage 20/21 se inauguró con una exposición de la colección Saatchi titulada America Now [Charles Saatchi ha fundado y dirigido con su hermano Maurice, consecutivamente, dos de los principales emporios de publicidad internacionales, Saatchi & Saatchi y M&C Saatchi; es propietario de una de las mayores colecciones de arte contemporáneo en el mundo. Sus actividades —sinónimo, desde la década de 1980, del maridaje entre arte contemporáneo, mercado y globalismo— han tenido una gran influencia en el circuito artístico internacional; basta con recordar el lanzamiento, por él apoyado, de los Young British Artists (NdT)].

[7] La Marcha de los Disidentes tuvo lugar en Moscú el 14 de abril de 2007, convocada por la coalición opositora La Otra Rusia. Se estima que asistieron unos 4.000 manifestantes, que fueron controlados por más del doble de efectivos policiales antidisturbios dispuestos por el gobierno, siendo detenido uno de los líderes de la coalición, el ex ajedrecista Kaspárov, y registrados e identificados cientos de ciudadanos rusos [NdT].